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Carolina ya es leyenda

  • La onubese conquista la medalla de oro tras superar a la india Sindhu Pusarla por 19-21/21-12/21-15 en 83 minutos Logra el primer metal de Huelva en unos Juegos

Carolina Marín entró ayer en el Olimpo al conquistar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en la modalidad de bádminton. La onubense escribió la página más gloriosa en su dilatado y brillante palmarés tras imponerse a la india Sindhu Pusarla por 19-21/21-12/21-15 en 83 minutos. Se despide de Brasil por la puerta grande, ganando sus cinco partidos y con un balance de 10 sets a favor y sólo uno en contra. Ha arrollado a casi todas sus rivales y se lleva la gloria con toda justicia.

La jugadora formada en el Recreativo IES La Orden continúa rompiendo moldes. Es la primera medalla olímpica para el deporte onubense y la primera no asiática que conquista el oro en bádminton femenino en unos Juegos, prolongando el buen momento que atraviesa España en esta cita de Río 2016.

Carolina ya lo tiene todo. Doble campeona de Europa, doble campeona del Mundo, número uno de ranking y ahora oro en unos Juegos. Ahora ya lucha contra la historia, porque a su palmarés no le falta nada.

Para la mitología griega, el Olimpo (el monte más alto de Grecia) era el hogar de los dioses olímpicos, los principales dioses del panteón griego, presididos por Zeus. Deportivamente hablando, es el lugar donde están los mejores, al que sólo accede un grupo de privilegiados. Y ahí está desde ayer una onubense de sólo 23 años de edad, que con 14 años se marchó al Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Madrid en busca de un sueño.

La final fue una lucha épica, tanto en lo táctico como físico y psicológico. Una final de mucha calidad, con golpes geniales, y en la que acabó imponiéndose la mejor, la más completa. Y esa fue Carolina Marín Martín.

Carolina arrancó como suele hacerlo, plena de revoluciones, intimidando a su rival, ofreciendo su mejor versión y tomando ventaja en el marcador (5-2). El encuentro trascurría plácidamente para la onubense, siempre por delante en el electrónico (7-4/12-6). Lenta pero inexorablemente la suerte del choque fue cambiando y Pusarla cobró vida (15-13). Una falta de saque por exceso de altura y un volante a la red llevaron la emoción al máximo (16-15). Un ojo de halcón solicitado por la india no le sirvió de nada y le dio un punto a Carolina que parecía que sería definitivo (18-16), sobre todo tras el 19-16.

Con todo a favor, la onubense se fue del set en el peor momento, su rival llegó a igualar a 19 y culminó la remontada con un parcial de 0-5 que le dio el primer set por 19-21.

El segundo set era clave, y ahí jugó un papel decisivo el tema mental. Había que ver la reacción de Carolina tras perder una manga que tenía prácticamente ganada, ver si acusaba el golpe, y pronto la doble campeona del mundo despejó las dudas. Como ha hecho durante prácticamente todos los Juegos Olímpicos, inició el set con una marcha más que su rival, ofreciendo su mejor bádminton, y la recompensa le llegó en el electrónico con cómodas ventajas: 3-0/6-1/11-2. El marcador no hacía sino dispararse; se esperaba la reacción de la asiática, pero no llegaba (14-6, 17-9). Estaba claro que el set ya tenía dueña y todo se iba a decidir en la tercera manga, tras igualarse la contienda con un rotundo 21-12.

Si en el segundo set era fundamental el factor mental, en el tercero tomó protagonismo el físico. Carolina, mucho más entonada y fresca, no dio tregua a una rival de 1,80 de altura y que acusó el desgaste.

De nuevo la número uno del mundo hizo acto de presencia en el inicio del tercer set y consiguió una renta que le permitió jugar con tranquilidad lo que restaba de encuentro: 5-1, 7-3, 9-4. Sindhu Pusarla tiró de las pocas fuerzas que le quedaban para un último acercamiento (9-8, 11-10). Ahí llegó un momento crítico, clave para la final. Y ahí apareció, una vez más, la mejor versión de Carolina. Con un parcial de 5-2 (dos puntos resueltos con el ojo de halcón cayeron de su lado) colocó un esperanzador 16-12. El trabajo ya estaba hecho y únicamente quedaba rematar la faena. Tres puntos para la gloria (18-14), dos (19-14), uno (20-14)... y el éxtasis final (20-15).

Carolina lo había conseguido. Llegó con el único objetivo de conquistar la medalla de oro, llegó en su mejor momento, plena de confianza y con las pilas cargadas. Con el punto 21, ese que le elevaba al Olimpo, explotó, dio un grito especial que le salió del alma porque suponía la recompensa a muchos años de trabajo y de sacrificio, y por último lloró de emoción.

España obtenía su sexto oro en Río de Janeiro y Carolina tenía el título que le faltaba a su palmarés. Y con 23 años, seguro que esta onubense le dará muchos más días de gloria al deporte español, porque está llamada a marcar una época en un deporte prácticamente desconocido en nuestro país... hasta que llegó ella.

Carolina Marín tira el volante en el momento de conseguir el punto definitivo.

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