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En casa es otra historia (4-2)

  • El equipo recreativista cuenta por triunfos todos sus partidos como local, lo que lo mantiene en la zona alta. Chuli fue el gran protagonista de la tarde con sus tres goles.

Si no llevase el mismo escudo y los mismos nombres en su espalda cualquiera diría que son equipos diferentes. El Recre del Alcorcón no fue el de Elche, ni el de Santander. Fue otro. Fue el del Murcia o el Lugo. Un equipo mucho más vivo, vertical y con una mordiente desconocida lejos de su campo. Curiosa metamorfosis la que convierte a un timorato conjunto en una apisonadora que destroza oponentes y supera récords, dejando atrás incluso al añorado de Marcelino García.

Sólo vivió momentos de desconcierto y zozobra el Decano en el tramo final de la primera parte. Él solito se lo buscó. Tras un arranque sólido y convincente se puso por delante en el marcador. Jesús Rubio llevó el timón del equipo. De sus botas fluye el fútbol. Sergi Barjuan le ha dado el protagonismo que merece en el once inicial y el extremeño responde. Un diez que ejerce como tal. Su pase en el primer tanto del encuentro fue soberbio. Dejó solo a Chuli. El canterano dispuso de tiempo suficiente como para pensar, elegir la opción correcta y sentar a Manu. 12 minutos necesitó el Recre para adelantarse, instantes después de que Chuli desperdiciase la primera. Era su tarde.

El Alcorcón era el rival más difícil de cuantos había tenido el Decano, Sergi dixit. Si lo fue se debió en gran medida a la fase de desconcierto que provocó el empate. La presión de los hombres de Bordalás en la salida del esférico complicó a los albiazules en las cercanías de su área, pero una vez superada esta primera línea no encontraron mayor oposición para imponerse. Todo pareció controlado hasta que un despiste encendió las alarmas. A los 26 minutos Juli recibió el balón después de sacar rápido una falta su equipo. Pilló a los albiazules con la cabeza en otro lado.

El empate provocó un final incierto de la primera parte. El Decano se fue del choque. Los alfareros se fueron arriba. Buscaron con mayor intensidad las cosquillas a una defensa que sufrió de nuevo para sacar la pelota como exige su entrenador. A veces llevar este dogma al extremo resulta peligroso. No hubo grandes aproximaciones, pero sí una inseguridad permanente en la frontal de Alejandro que mantuvo en vilo al respetable. El descanso fue lo mejor que pudo pasarle al Recreativo.

No era una cuestión de fútbol. Había quedado claro. Los albiazules habían demostrado tener argumentos suficientes como para superar el escollo madrileño con cierta suficiencia. Era mejor técnicamente y poseía argumentos para doblegar su oposición. Si no había cerrado ya el choque era porque se había complicado la vida.

La recomposición del equipo respondió más a una cuestión mental que futbolística. El Decano tenía que volver al camino del comienzo. Creer en lo que estaba haciendo e imponer al duelo el ritmo que había llevado hasta el empate. Con hacer eso le iba a bastar para irse de nuevo.

Se encontró además con la iluminación de un futbolista tocado por una varita en el Nuevo Colombino. Chuli salió de inicio en la banda derecha, pero intervino en todas las acciones de peligro y firmó una tarde memorable. Con el Alcorcón tomándole el pulso a la segunda mitad cogió la pelota en el centro del campo, sorteó a cuantos rivales le salieron al paso y tras entrar en el área superó por segunda vez a Manu. No le dio tiempo a asimilar el golpe al oponente. En apenas dos minutos se alió con Brozek, Montoro y Alexander, siempre vertical y con desborde, para sentenciar. 5 minutos y listo.

Los visitantes se acercaron en el 71, con un rechace que Oriol Riera remató a bocajarro. Les sirvió para poco más que para maquillar el choque. El propio atacante se fue a la calle poco después, con lo que el control absoluto fue albiazul. Incluso quedó tiempo para que Dimas redondease la tarde con un disparo ajustado y seco a escasos instantes para el final.

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