fútbol división de honor

Trabajado empate en La Palma

  • Chía adelanta a los condales (64') y Lolo iguala para el Cartaya (84')

Hay momentos en la vida, y en el fútbol, que hay que vivirlos en la máxima intensidad. Hay situaciones en las que no caben ni el término medio ni las mediocridades. Vivir o morir. Tan directo como aparentemente simple. La Palma y Cartaya llegaban a la cita empatados a todo, y así acabó el partido, en empate.

Pero la igualada no fue fruto del conformismo. Fue una medición de fuerzas en todas las zonas del campo, con el partido cambiando según los propios cambios de los entrenadores, cuyas lecturas se diferenciaron y se acercaron al mismo tiempo. Si uno puso mediocampistas el otro respondió con extremos, y así una y otra vez hasta exprimir las cualidades hasta la última gota.

El partido arrancó con la máxima responsabilidad presidiendo coda movimiento. Ganar era acercarse al cielo o a la redención y perder era condenarse para unas cuantas jornadas, tal como está la Liga, apretada en grado extremo. Por eso, Aurelio Santos apostó por adelantar la defensa hasta la línea divisoria y por eso mismo, Noé apostó por la presión alta. Así el dibujo, todo se jugó en apenas 30 metros, con La Palma en plan vertical y con el Cartaya discutiendo la pelota a su oponente. Eso ocasionó que los espacios brillaran por su ausencia, aunque siempre quedó la impresión, en la primera parte, que La Palma generaba más peligro porque siempre finalizó las jugadas, aunque se fuera al limbo el balón. Mientras, el Cartaya, dada la superpoblación del centro del campo, se manejó mejor en las distancias cortas, pero sin dientes. Cero a cero al descanso con dos avisos serios de los locales, uno de ellos con balón al palo.

En el inicio de la segunda mitad sorprendió Aurelio Santos haciendo dos cambios cuando su equipo estaba plantando cara y semilla para el futuro. Pero después se vio la intención del sevillano. Responder a todas las preguntas del Cartaya en la medular. Equilibró contenido La Palma en la zona ancha y comenzó a verse otro partido, sobre todo porque poco después, Noé hizo la apuesta contraria, despoblar el centro para potenciar las bandas. Y ahí salió vencedor el conjunto palmerino. Y fruto de ello llegó el primer gol, obra de Chía, al culminar una jugada interior para dormir la pelota en el fondo de la portería de Bocanegra. Minuto 64.

El gol y la maniobra del técnico local, o al revés, desactivaron circuitos fundamentales del Cartaya, sobre todo porque el que retiró Noé, Pereira, era hasta entonces el rey de la fiesta, el llamador oficial de las operaciones en ataque. Los siguientes minutos fueron de zozobra para los rojinegros. Cambio va y viene sin que apareciese la fórmula. Hasta el extremo que todo quedaba fijado a una genialidad para que el Cartaya equilibrase de nuevo el partido. Y así fue. La Palma se contuvo, jugó con el reloj hasta que apareció Lolo, que con un chutazo desde fuera del área empató el partido. Minuto 84 de juego.

Fue marcar el gol el Cartaya y hacer al unísono un canto a la vida, porque conectó células muertas, se creyó que podía ganar el partido y se fue arriba con todo, mientras que La Palma se lamía las heridas, hasta que el equipo de Aurelio se dio cuenta que con las lamentaciones no se superan inconvenientes ni se ganan partidos. Todo desembocó en que ambos quisieron redimirse en apenas diez minutos, tumba abierta, que se llama eso. Pero a esas alturas ya pesaba más lo que tenías y podías perder que nuevas conquistas y hazañas. Y así tocaron el último redoble de tambor, en tablas, y ambos sin nada más que dar, vacíos, y así da gusto aunque todo termine en empate.

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