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España, seis años seguidos subiendo al podio de las campeonas

  • Es la única selección del mundo que ha subido al podio de las campeonas en los seis últimos años.

Ouviña y Palau celebran la medalla conseguida

Ouviña y Palau celebran la medalla conseguida / Efe

La selección española femenina de baloncesto, que acaba de conquistar la medalla de bronce en el Mundial que se ha celebrado en Tenerife, es la única selección del mundo que ha subido al podio de las campeonas en los seis últimos años.

Dicho así y tras conquistar dos medallas de oro en los Europeos de 2013 y 2017, dos de plata en el Mundial de 2014 y en los JJOO de Río de Janeiro 2016 y dos de bronce en el Europeo de 2015 y ahora en el Mundial de 2018, la última presea puede parecer menor y nada más lejos de la realidad.

El tercer puesto conquistado por España en su Mundial tiene un mérito enorme habida cuenta las circunstancias y vicisitudes por las que ha tenido que pasar el equipo.

Para empezar y como suele decir el seleccionador, Lucas Mondelo, el equipo jugó sin su Pau Gasol. Es decir, sin Sancho Lyttle con una grave lesión de rodilla.

Después el equipo tuvo que ir solventando sobre la marcha lesiones menores de jugadoras vitales que les han impedido tener un rendimiento habitual en ellas.

Alba Torrens, una de las mejores aleros de Europa, si no la mejor, apenas tuvo una semana de entrenamientos antes de comenzar la competición y fue durante el propio Mundial cuando tuvo que ir dando pequeños pasos en su rendimiento.

La base llamada a ser titular del equipo, Silvia Domínguez, apenas pudo jugar porque no pudo estar en ninguno de los partidos de preparación y no estaba en condiciones. La capitana Laia Palau y Cristina Ouviña tuvieron que tomar el relevo y jugar muchos más minutos de los que estaban señalados.

Anna Cruz tampoco estuvo al cien por cien de su capacidad física por problemas de rodilla y también tuvo diversos problemas Laura Nicholls.

Así las cosas, el equipo no pudo ofrecer su juego habitual y comenzaron las críticas que apuntaban a la responsabilidad de jugar en casa como fuente de sus problemas, cuando la realidad era que el equipo no se reconocía por todas esas dificultades y no se sentía cómodo.

Por tanto, las victoria contra Japón, el primer día de campeonato, y, sobre todo, contra Canadá en cuartos de final fueron una muestra del espíritu de campeón de este grupo de jugadoras que lucharon contra las rivales y las circunstancias.

Ya en semifinales y sin la mochila de un posible fracaso, el equipo luchó contra Australia y contra Liz Cambage, la gigante oceánica de 2,03 metros, a la que estuvo a punto de doblegar.

La fiesta se redondeó en el partido por el tercer y cuarto puesto contra Bélgica. Después de perder en la primera fase contra ellas y tener que jugar los octavos de final, el equipo aprendió la lección y le devolvió con creces la derrota, esta vez con medalla de por medio.

La esencia, dicen, se vende en frascos pequeños, pero la calidad de este equipo es grande. Seis podios en cuantas grandes competiciones han disputado en los últimos seis años solo lo pueden decir estas jugadoras en todo el mundo, solo lo puede decir la selección española.

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