balonmano europeo de croacia

España contra el maleficio

  • La selección de Jordi Ribera busca su primer título continental ante Suecia

  • Los 'Hispanos' tratarán de imponer su juego, más pausado que el rival

El seleccionador español, Jordi Ribera, da instrucciones a sus jugadores durante un entrenamiento.

El seleccionador español, Jordi Ribera, da instrucciones a sus jugadores durante un entrenamiento. / Javier Cebollada / efe

La selección española tratará de romper el maleficio e intentará colgarse ante Suecia (20:30) su primer oro en el Campeonato de Europa, su torneo más querido, pero también el más esquivo hasta ahora para sus intereses.

Sólo Suecia, su rival en la gran final, puede presumir de contar con el mismo número de presencias en el partido decisivo, pero mientras que los escandinavos han ganado las cuatro que ha disputado, España siempre se ha visto privada del triunfo.

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La última ocasión fue hace dos años en Polonia, cuando los Hispanos, entonces dirigidos por Manolo Cadenas, perdieron por 17-24 ante Alemania en una final en la que el conjunto español nunca tuvo la opción de ganar.

Es una lección de la que tratará de aprender el conjunto español, que presenta hasta siete novedades con relación al equipo que cayó hace dos años en Cracovia, y que llega a la gran final pletórico de moral tras vencer en sus dos últimos partidos a gigantes de la talla de Alemania y Francia, la vigente campeona mundial.

Dos victorias incomprensibles sin el excelente trabajo defensivo desplegado por el conjunto español, un factor que se antoja de nuevo clave para intentar doblegar a una selección sueca, que destaca por su velocidad.

La defensa española volverá a estar liderada por la pareja que conforman Viran Morros y Gedeón Guardiola, una dupla que no sólo aporta centímetros y kilos al eje defensivo español, sino también la agresividad y velocidad de piernas necesarias para propiciar los robos de balón con los que alimentar el veloz juego de contraataque.

La defensa contará además con el respaldo en la portería de un Rodrigo Corrales que ya ofreció un magnífico rendimiento tanto ante alemanes como franceses, y de un Arpad Sterbik que con los tres penaltis detenidos ante Francia en la semifinal demostró su capacidad de intimidación.

Este factor podría ser determinante ante los jovencísimos lanzadores suecos, hombres como Gottfridsson, Arnesson o Nilsson, encargados de poner punto final a los velocísimos ataques suecos, que, como se pudo comprobar en las semifinales ante Dinamarca, apenas pueden durar unos segundos, el tiempo necesario para que los jugadores nórdicos encuentren la más mínima posibilidad de lanzar.

Al igual que hizo ante Alemania o en la semifinal contra Francia, España tratará de imponer un ritmo más pausado para hacer llegar el balón, con sus cruces y permutas, a extremos y pivotes.

En esta labor volverán a jugar un papel fundamental los centrales Dani Sarmiento y Raúl Entrerríos, quien, pese a que aún no se encuentra totalmente recuperado del golpe que sufrió ante Francia, se espera que pueda disputar sin ningún problema la final.

El ganador será el que sea capaz de imponer su ritmo, si Suecia con sus fulgurantes ataques o España con su juego más combinativo y pausado.

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