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España-Inglaterra (2-0): Todo menos amistoso

  • A base de tocar y tocar, el ordenado equipo de Capello fue desordenándose hasta dar lugar al gol de Villa· España repitió su faena habitual, la que le llevó a proclamarse campeona de Europa

Con Nervión como escenario de una fiesta gozosa y como reclamando esmoquin y corbata de lazo para estar en consonancia con lo que veía, la selección española demostraba ante Inglaterra que es la mejor del mundo. Un gol de Villa en el primer tiempo y otro de Llorente en la continuación ejecutaban a los pross y convertía el escenario en un manicomio que ni siquiera se libró de que se reivindicase Gibraltar como territorio. Y es que el amistoso fue un partido de fútbol pleno de seriedad y que si estuvo a falta de algo fue, precisamente, de eso, de que fuese un amistoso.

Era sólo un amistoso, pero sólo en la teoría, que a la hora de la verdad aquello tiene el sabor de los grandes acontecimientos. Gentío y fervor, pasión por el fútbol para ver al mejor equipo del mundo enfrentarse a los que inventaron este hermoso juego. Nunca un España-Inglaterra puede tomarse como un amistoso, ni siquiera como un simple partido de fútbol, ni siquiera eso. Y es que se ve cómo las riadas de gente que confluyen en el Sánchez Pizjuán van al encuentro de algo muy especial, de algo que no se produce así como así.

También a la hora de autos sorprenden las ausencias de Marchena, Beckham y Lampard para que aparezca en la hierba lo mejor del campeón, con Xavi a cargo de la batuta, ofician de escuderos del genio catalán Senna y Xabi Alonso y que sea lo que Dios quiera cuando la coja otro genio, el incomparable Iniesta. Delante, la pareja Villa-Torres y detrás se produce el debut de otro joven talento, el también barcelonista Piqué.

Todo pasaba en una noche de luna esplendorosa que asomaba por el voladizo de fondo y que parecía asomarse más y más, seguro que para deleitarse con el fútbol de toque de España. Pero ese fútbol de toque tenía como una sobredosis de horizontalidad y de jugar en zonas frías a la par que adolecía de cierto picante, de algo de verticalidad. Y es que abundaban los pases, pero no acudían a la cita la asistencia, ese último pase que pusiese en apuros al controvertido James.

Es más, quien primero asusta es Inglaterra mediante un remate cercano de Agbonlahor que sale muy cerca del poste derecho de Iker. A todo esto, se agigantaba progresivamente la figura de Xabi Alonso, que se iría convirtiendo en el eje del equipo sobre el que giraba una ilustre cohorte de satélites, pero ni Xavi ni Iniesta daban con la tecla para encontrar el resquicio adecuado. Pasaba el tiempo, la luna estaba cada vez más sobre la vertical de Nervión, Inglaterra, como equipo de Capello, no terminaba de desordenarse y no sólo no llega el gol, sino que tampoco afloran las ocasiones de hacerlo.

Y en ésas estábamos cuando un balón rifado por Jagielka lo intercepta el omnipresente Alonso, avanza y verticaliza para que Villa, nudo incluido al propio Jagielka, bata sin contestación posible a James. Lo más complicado lo ha hecho el mejor equipo del mundo, pero queda una eternidad, todo un segundo tiempo mientras la luna está cada vez más asomada al pretil del Sánchez Pizjuán.

Hace Del Bosque algunos cambios en el intermedio y también Capello para, entre otros, poner en escena a dos de sus figuras, Beckham y Lampard. Tras esos cambios, Villa se va a los diez minutos en loor de multitud y aparece el jugón que faltaba, el canario Silva. Ya están todos los jugones a excepción del lesionado Cesc Fábregas y la orquesta se viene arriba para que le salga por las botas un fútbol de tan alta escuela que bien harían con la entrada obligar a que el personal asista en traje de gala, con esmoquin y, a ser posible, corbata de pajarita.

Continuaba girando todo, o casi todo, alrededor de Xabi Alonso, pero empieza a brillar rutilantemente su tocayo el catalán, ese que maneja también los designios del gran Barça. Y Xavi, que es nuestro hombre, dice aquí estoy yo y a la fluidez anterior le sucede una espectacularidad que encandila a la gente, que hace levitar a los presentes porque surge el fútbol que todos hemos soñado alguna vez.

Y llega el segundo gol en un testarazo bestial de Llorente, esa nueva perla que tiene enardecido al Bocho. Un remate de cabeza poderosísimo para que el electrónico registre unos guarismos más en consonancia con lo que estaba pasando a lo largo y ancho de la cancha. Por entonces, ya la luna estaba en la vertical justa del centro de un campo que se excitaba con lo que a sus futbolistas les salía por las botas en un amistoso que no fue tal, cómo iba a ser un amistoso...

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