Los técnicos suelen ser unos grandes políticos en sus presentaciones. Prometen lo que está a su alcance y lo que no, también. Piden cien días de tregua para realizar su trabajo y después someter su gestión a examen. Raúl Agné superará esta cifra antes del compromiso contra el Elche del domingo. El aragonés lleva 99 días como entrenador recreativista. Está en la misma línea del análisis. Es la hora de que empiece a rendir cuentas por su trabajo durante estos tres meses largos.

Desde que firmase su compromiso con el Decano las nubes han sido constantes, muchas más que los escasos claros. Contratado para elevar el rendimiento de un plantel que merodeaba la zona media de la clasificación, nunca ha sido capaz de situarlo por encima de la posición en la que lo cogió. Tomó el mando con el conjunto recreativista en la decimosegunda plaza. En ninguna jornada ha sido capaz de situar al Recre por encima de donde lo cogió.

Bajo su batuta el equipo siempre estuvo por debajo de lo previsto y de lo conseguido con su predecesor. Duramente criticado por ciertos sectores, a día de hoy los números de Javi López son superiores a los de Agné. El primero se sentó catorce partidos de la Liga en el banquillo. Su sustituto cumplirá el próximo domingo los mismos con unas sensaciones amargas en las últimas semanas. Una derrota contra el Elche podría tener un alcance inesperado ya que contra el Cádiz superó un momento crítico y goza de poco crédito dentro y fuera del club.

Los resultados y las sensaciones definen el trabajo. Estos no pueden ser más esclarecedores. Este Recreativo es incapaz de ganar sus partidos. En las trece jornadas que lleva el actual preparador recreativista sólo ha podido celebrar dos victorias. Venció al Rayo Vallecano y al Cádiz, aunque los gaditanos dieron un auténtico recital de juego en el Nuevo Colombino. Pierde poco, pero al final lo que importa es la escasa puntuación.

La situación durante todo este tiempo ha sido delicada. El descenso en los marcadores y en las sensaciones ha sido constante. Agné inicio un periodo de pruebas para tratar de encontrar un sello propio sin conseguirlo. Después de probarlo todo sin lograr que el equipo respondiera, finalmente se encontró con un partido de cara contra el Rayo Vallecano. Hasta entonces había conseguido 4 puntos en 6 jornadas gracias a los empates ante el Levante, el Córdoba, el Girona y el Albacete, dos de ellos sin goles. Hasta el siguiente triunfo, otros 5 empates con unos registros anotadores pésimos para los atacantes.

Los números resultan realmente llamativos cuando se tiene en cuenta que el Decano, inmerso en la lucha por la permanencia, se ha medido desde que se hizo cargo Agné del equipo, se ha medido a 6 de los últimos 7 clasificados y sólo ha podido con uno de ellos. Con otros tres no pudo pasar del empate sin goles.

Esto último es clave para entender que los problemas del Recreativo con el técnico aragonés en el banquillo no se circunscriben a los marcadores, sino que van más allá. Los albiazules no tienen un patrón claro de juego.

Es difícilmente reconocible un sistema ofensivo o defensivo. Durante muchas semanas se ha aferrado a la seguridad de su línea de zagueros. Cuando ha flojeado no ha tenido salvavidas posible. A su favor ha jugado jornada tras jornada la mediocridad de una competición en la que dos victorias en trece partidos han sido suficientes para mantener cierta distancia sobre el descenso.

Sin embargo, esto no es suficiente. El nivel del fútbol que están ofreciendo los recreativistas es pésimo. Viven en el filo de una navaja. La fortuna les dio cuatro puntos en los partidos recientes. De no ser por dos golpes de suerte la clasificación sería delicadísima. A eso debe Raúl Agné que pueda cumplir sus cien días como técnico albiazul, aunque como no cambie la imagen y los resultados difícil tendrá pasar del choque contra el Elche.