Bonares y Ayamonte empatan en un partido vibrante en los minutos finales, y raro, porque al fortísimo viento se le unió en el segundo tiempo una fina lluvia que hacía más complicado el control del balón. El punto mantiene a los locales fuera del descenso y a los visitantes en la segunda plaza.
La primera parte fue de dominio alterno, con muchas imprecisiones, y sobre todo con muchas paradas por la dureza del juego. Sólo una jugada de peligro para los fronterizos, que tanto Pascual como Tomás desaprovecharon. El Bonares lo intentaba a base de balones largos que unas veces interceptaba la defensa y otras, las más, eran bloqueadas por el meta.
La segunda mitad comenzó con el mismo juego insulso y sobre todo poco profundo. Ninguno de los dos llegaba a la puerta contraria con peligro y cuando lo hacían era a base de balonazos.
El público no se podía imaginar lo que iba a suceder a partir del minuto 77. Dos fallos incomprensibles de la zaga (defensas y portero) del Ayamonte iban a darle un giro radical al encuentro.
El equipo local se adelantó en el marcador y pocos minutos después, y con todo el Ayamonte en pos del empate, llegó la igualada en una jugada de Ismael que Jesús Pascual remató a la red.
Seguidamente, con los visitantes al ataque en busca de la victoria, se produce una dejada de cabeza de Carlos al portero que, a consecuencia del viento, se frena, el meta sale para atajarla y se le va por arriba siendo Cristóbal el que se aprovecha para anotar el 2-1.
Quedaban tan sólo los minutos de descuento y otra vez le tocaba al Ayamonte nadar contra corriente. En un córner Juan Antonio logra batir nuevamente al portero local, estableciendo el 2-2 definitivo.
Destacar, y eso da prestigio a Bonares, que hacía mucho tiempo no se veía a dos agentes de seguridad velando por la integridad de los jugadores, árbitro y asistentes. Otros deberían tomar ejemplo, ya que cualquier día habrá que lamentar un incidente en cualquier campo de la provincia, ya que en el 90% de las ocasiones, el trío arbitral y los jugadores están expuestos a que cualquier desalmado pueda atentar contra ellos. Si no hay agente de la autoridad, no debería jugarse el encuentro. Que cunda el ejemplo de Bonares.
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