El otro partido

Morata, historia y frustración

La sorpresa del once no fue Oyarzabal, sino Dani Olmo, el factor por el que apostó Luis Enrique para la descompensación de Italia y su defensa, de pronto inmersa en el jeroglífico que le propuso el hábil atacante, pero insuficiente hasta que Morata recuperó su sitio, conectó con él, empató un partido perdido y se transformó en el mejor goleador en solitario de España en la Eurocopa, con la frustración final del penalti fallado que supuso la eliminación.

Son los contrastes del delantero madrileño, capaz de igualar un duelo que se escapaba en apariencia, con el crono como una losa que descontaba minutos hasta el 1-1 suyo, que reactivó a España, que la propuso como merecedora incluso el pase, y después protagonista del penalti parado por Donnarumma que lo aleja de una final. La heroicidad de la decepción. En el minuto 80 había ganado el atacante el pulso con el portero. Con 1-0 en contra, por el tanto de Chiesa, sin la percepción del gol de la igualada por parte de España, enfrentada a sí misma y contra una potencia como Italia, el madrileño fue eficaz en la definición.

Con 6 dianas, superó a Fernando Torres como líder goleador en la historia de la Eurocopa

Su sexto gol en la fase final de la Eurocopa. El récord estaba en los cinco que acumuló Fernando Torres en sus tres torneos continentales, entre Portugal 2004, Austria y Suiza 2008 y Ucrania y Polonia 2012; uno el más recordado, el que permanecerá siempre en la historia de España, el del campeón de Europa ante Alemania en 2008. El que lo cambió todo. Desde entonces, Torres era el líder goleador de España en la fase final de esta competición, seguido por David Villa, con cuatro dianas... hasta que irrumpió Morata. En su estreno en Francia 2016 marcó tres dianas hasta su eliminación contra Italia en los octavos de final en el estadio de Francia, en Saint Denis, en París. En la Eurocopa multinacional de 2020, jugada en 2021, ha igualado sus registros. Igual que entonces, Italia eliminó a España.

Son ya 22 goles en sus 46 partidos como internacional, ayer suplente. Cuando surgió la alineación, impactó. El delantero al que el técnico le había transmitido toda su confianza cuando su falta de pegada fue el sinónimo que sugirió los empates ante Suecia o Polonia, al que reivindicó en cada declaración, al que impulsó en cada decisión para salir relanzado..., lo dejó en el banquillo.

La explicación fue visible desde el primer instante: Luis Enrique ideó el partido con una intención que plasmó a la perfección durante todo el primer tiempo, con la posición de falso 9 de otros tiempos en España, con Dani Olmo flotando entre líneas, dejando sin referencia a la firme zaga italiana. A Chiellini y Bonucci, atareado en la persecución de cada recepción de Dani Olmo, los introdujo en una agitación imprevista. También a Mancini. Hasta que lo subsanó Italia, allá por el final del primer acto principio del segundo, España jugó en torno a Dani Olmo, también crucial en el hito de Morata, con el que conectó en una pared y al que asistió en el 1-1, el gol que provocó la prórroga -la tercera consecutiva de España- y que lo transformó en un goleador inigualable las 14 participaciones en la Eurocopa.

Más de 40 minutos después, en la crueldad del propio fútbol, en el cuarto lanzamiento, después del gol de Bernardeschi, Morata falló. Adivinó Donnarumma. Después marcó Jorginho, entre la decepción de España y el atacante.

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