Fútbol | Liga Santander

Espanyol-Barcelona | Del corro de la patata a la violencia extrema contra los campeones

Los futbolistas del Barcelona hacen el corro de la patata en el centro del campo.

Los futbolistas del Barcelona hacen el corro de la patata en el centro del campo. / Alejandro García | Efe

La jornada 34 tenía un final previsible a falta del Betis-Rayo Vallecano que se disputa en la noche de este lunes en el Benito Villamarín. Lo lógico era que el Barcelona se proclamara matemáticamente campeón de Liga en el estadio de su eterno rival de la ciudad, el Espanyol, y encima dejara a éste herido de gravedad camino de la Segunda División. El triunfo de los azulgranas por 2-4 en el estadio de Cornellà-El Prat confirmó esos pronósticos y lo que sucedió después también entraba dentro de las quinielas.

Las especulaciones indican que existía un pacto previo entre todas las partes para que la celebración de los futbolistas del Barcelona se produjera en el interior del vestuario y posteriormente, en este lunes, por las calles de la ciudad. Seguramente las fuerzas de seguridad habrían aconsejado que así fuera a la vista de la situación tan tensa que se vive en la acera espanyolista, pero en la euforia del momento no fue así.

Mientras Xavi Hernández se abrazaba con los miembros de su cuerpo técnico tras conquistar su primer título liguero como entrenador del Barcelona, los futbolistas y muchos integrantes de la entidad se fueron al centro del campo del estadio para hacer un corro de la patata gigantesco. Estaban en su derecho de expresar la alegría, claro que sí, pero también era muy previsible que esto provocara un conato de violencia en unos graderíos demasiado calientes por la situación que padece el Espanyol.

No se trata de justificar la violencia, por supuesto que no, porque ésta era condenable desde todos los puntos de vista posibles y lo que se vivió después fue una verdadera muestra de la degradación de la sociedad. Pero lo cierto es que el propio Xavi había advertido a los suyos de esa posibilidad y de que era mucho mejor dejarlo todo para el interior del vestuario.

Lo que sucedió fue que mientras los futbolistas del Barcelona festejan en el centro del campo de manera ostentosa, uno de sus hombres más significativos, el uruguayo Ronald Araujo, se da cuenta de lo que está sucediendo en la grada de los ultras del Espanyol y advierte a sus compañeros para que salgan corriendo hacia el interior de los vestuarios.

La huida de los futbolistas del Barcelona es veloz, casi como si estuvieran pegando un esprint más dentro del partido, y, afortunadamente, se pudieron salvar del ataque de esos salvajes más radicales. Incluso las imágenes muestran que uno de ellos, descamisado, se llega a colar en el interior del vestuario, aunque las diferentes fuerzas de seguridad lo devuelven con prontitud hacia el césped y parece que incluso es detenido.

Los hechos, afortunadamente, no pasaron a más, pero la escena que se inicia en ese corro de la patata gigantesco e innecesario pudo pasar a un incidente mucho más grave por la violencia extrema de esos hinchas ultras a los que muchos le adjudican una ideología cercana a las consignas nazis.

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