THEODOR CHINDLER | Crítica

La oscuridad y sus formas

  • En 'Theodor Chindler' se resumen, con admirables simplicidad y eficacia, las numerosas fuerzas que alentaron la inconcebible catástrofe de la Gran Guerra

Bernard von Brentano. 1901-1964

Bernard von Brentano. 1901-1964

El centenario de la Gran Guerra ha propiciado tanto una recuperación de obras y autores apenas conocidos en España, cuanto un notable esfuerzo memorístico, vale decir, historiográfico, que puso de relieve el carácter moderno, y la profunda cesura cultural, que albergó dentro de sí tal conflicto.

Entre estas últimas obras, uno destacaría la espléndida Años de vértigo, del joven historiador Philipp Blom, donde se evidencian las numerosas fuerzas soterráneas que entonces operaron bajo la superficie del siglo. En cuanto a la literatura de aquella hora, es fácil destacar la ingente obra testimonial, desde Junger a Graves y de Valle-Inclán a Insúa, que nos permitió conocer, que nos obligó a concebir una realidad inconcebible.

De entre la novelística dedicada al conflicto: Hasek, Barbusse, Mann, Roth, etcétera, Alianza recupera esta excelente novela de Von Brentano. Excelente no sólo por su valor literario, de una depurada y urgente sencillez, sino por la fina apreciación sociológica que revelan sus personajes.

En este sentido, uno recuerda las crónicas alemanas de Camba, escritas en el año 16, en las que el gallego distinguía entre la Alemania del norte y la del sur, entre la austeridad prusiana y el hedonismo bávaro, y el fondo religioso que se infería, probablemente, de tales diferencias. Esta misma distinción, no muy usual, entre el norte protestante y el sur católico, con el añadido vago y omnipresente del judaísmo, es la que establece, de modo natural, Von Brentano. Pero no como una forma sumaria de etiquetar a sus personajes, sino como una vía para mostrar los valores que regían aquella sociedad, y el modo en que dichos valores se disuelven.

Cuando Von Brentano escriba esta obra, ya en su exilio suizo, en el año 36, mucha de esa Alemania tradicional, burguesa, demócrata y garantista, representada aquí por la familia Chindler, estará en trance de desaparación. Y serán las nuevas fuerzas sociales: el comunismo, el socialismo, el nacionalismo, y las diversas amalgamas a que dieron lugar, quienes robustezcan la fe de aquellas masas paupérrimas, afligidas por la hiperinflación y humilladas por Versalles.

No obstante, cuando Alemania vaya a la guerra en el año 14, serán muchos los que la consideren necesaria; y no faltan testimonios de la estrepitosa alegría con que se recibió en toda Europa el anuncio conflicto. Un conflicto que muchos alemanes quizá imaginaron como una continuación de la guerra franco-prusiana del 71, y ésta como una victoria más que se sumaba a la triunfal alianza que venció en Waterloo.

De entre la novelística dedicada al conflicto (Hasek, Barbusse, Mann, Roth, etcétera), Alianza recupera esta excelente novela de Von Brentano.

Con esa perspectiva da comienzo la novela de Brentano. Con la noticia de declaración de guerra en la plaza de la Victoria de una pequeña ciudad (la Victoria de 1871, se entiende), y con el asombro que recorre a la multitud expectante. No ocurre así con el parlamentario católico Theodor Chindler, cuyos hijos se marchan apresuradamente al frente y, en consecuencia, no comparten la indignación y el temor de su padre. Un temor que no se ciñe sólo a sus responsabilidades filiales, y una indignación que no se agota en la figura del Kaiser.

Para el diputado Chindler, la tragedia de Alemania, tanto si gana como si pierde, es la derrota democrática que ello implica, y el triunfo del militarismo prusiano personificado en Falkenhayn y Von Moltke. Son sus hijos, por otra parte, quienes encarnarán las nuevas fuerzas que impulsan o desvían el curso de la guerra, y que serían determinantes en el siguiente conflicto. A ello se suma la cierta sensualidad difusa, cierta ligereza de las costumbres, quizá fruto de la guerra, que Chindler retrata admirablemente, sin dejar de señalar el severo ordenancismo que ciñe a sus personajes.

Acaso lo más destacado de esta novela sea la naturalidad con que los hechos se disponen. Esto implica no sólo el conocimiento y el oficio del literato, sino una inusual perspicacia sobre la naturaleza de nuestros actos. Cabría decir, a este respecto, que Von Brentano ha vaciado la enorme tragedia de la guerra de su prosodia trágica. Y lo que queda es esta intimidad febril donde las figuras parpadean y se pierden en una nueva oscuridad sin nombre.

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