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La muerte y el granjero

  • Tras la publicación de 'Cutter y Bone', la editorial Sajalín rescata una novela anterior de Newton Thornburg, en la que introduce profundas reflexiones sobre la pérdida de un hijo

El escritor estadounidense Newton Thornburg, retratado en 1972.

El escritor estadounidense Newton Thornburg, retratado en 1972. / m. g.

Son muchas las grandes novelas que arrancan con referencias a la muerte. A un entierro, a un crimen o simplemente a la ausencia de un ser querido. El Doctor Zhivago se inicia con la sepultura de la madre del protagonista. La Crónica de una muerte anunciada se abre con una referencia al día que iban a matar a Santiago Nassar, el único que no lo sabía. Mientras agonizo arranca con el rís-rás del carpintero que construye un ataúd para la narradora de parte de la novela, que habla desde el otro lado. En esa misma línea está el comienzo de Morir en California, una novela de Newton Thornburg (1929-2011), un escritor americano injustamente olvidado cuya obra está siendo rescatada en España por la editorial Sajalín. Este sello, especializado en la mejor literatura criminal, ya publicó en 2016 Cutter y Bone, sobre las andanzas de un veterano de Vietnam y un gigoló que se meten a chantajistas en la California de los años 70.

En esa misma tierra, plagada de hippies, fumetas y ninfómanas, transcurre la mayor parte de esta nueva novela. Un granjero de Illinois recibe la noticia de que su hijo ha muerto mientras realizaba una especie de viaje iniciático por aquella California setentera. Para más inri, el chico, de apenas 18 años, se ha suicidado arrojándose por un acantilado de Santa Bárbara, ciudad que al padre le trae unos recuerdos especialmente buenos. El granjero no aceptará la versión oficial de la muerte de su hijo y se marchará a investigarla, por sus propios medios, sobre el terreno. No es spoiler, o al menos no más que el que revela la contraportada del libro. Este es el punto de partida de una novela que brilla especialmente en sus primeras cien páginas y que contiene profundas reflexiones sobre la muerte.

Sublime es el arranque, precisamente la única parte de la obra que no transcurre en California, sino en el pequeño pueblo de Illinois en el que el está la granja de la familia Hook. Es el entierro del hijo. Thornburg comienza así la novela: "Aunque lo que veía a través de las ráfagas de nieve era un ataúd que contenía los restos de su hijo mayor, David Hook tenía los ojos secos. Su corazón estaba seco. Podría haber pasado por un extraño que, deambulando por allí con la cabeza en otra parte, hubiese topado con esa reunión de gente entre las lápidas y ahora se encontrara plantado en su mismísimo centro, y con ojos no solo secos sino objetivos, los ojos de un reportero". No hay llanto, no hay dolor ni escenas desgarradoras en un pasaje de una belleza contenida que definirá el estilo de Thornburg a lo largo de toda la obra.

Al granjero Hook lo moverá desde ese primer párrafo la búsqueda de la verdad, el esclarecimiento de lo ocurrido con su hijo, aunque tenga que enfrentarse a una trama de corrupción política y a la inacción de la Policía local. Llama la atención que apenas hay sentimiento de venganza en la actitud del granjero. Tiene incluso un punto de inocencia esa cruzada, esa lucha contra unos tipos que no parecen tan malos, al menos si se les compara con la mayoría de los políticos actuales. No hay villanos al uso como en muchas novelas negras americanas, ni asesinos en serie ni psicópatas sueltos por las carreteras de la época. Y eso que en la realidad sí que los había. Recuerden a Ed Kemper, ahora que el tema se ha puesto de moda con la serie Mindhunter.

No quiere decir esto que no deba encajarse esta novela dentro del noir. Ni mucho menos. Es una investigación criminal clásica con presentación, nudo y desenlace. Igual da que el investigador sea policía o el padre de la víctima. Y hay algunos patrones del género que están muy bien definidos. Verbigracia, la chica. Una joven mujer fatal que será la única que desestabilice al protagonista en sus pesquisas. También está el político corrupto, muy presente en muchas obras de la literatura criminal estadounidense, especialmente a raíz del escándalo del Watergate, iniciado apenas un año antes y muy presente en el momento en que se publica la novela. Faltaba todavía un año para que dimitiera Richard Nixon.

Morir en California se publicó tres años antes que Cutter y Bone, que apareció en 1976. Ambas son novelas de personajes. El granjero David Hook está tan bien construido como la pareja protagonista de la segunda novela. En una lectura simplista quizás parezca que desprende un mayor desencanto Cutter y Bone, por el hecho de que trate sobre el regreso de los combatientes de Vietnam. Pero el mismo pesimismo está en las reflexiones sobre la muerte que contiene Morir en California. Algunos de estos pasajes sobre la "adusta jornalera" (así define a la parca en algún momento del libro) son de especial belleza y hondura. En uno de ellos, por ejemplo, el granjero descubre que el hecho de que su hijo haya muerto lejos de casa añade más dolor a su tormento: "En ese momento comprendió que morir en California era morir no sólo en suelo extraño, sino en un tiempo extraño, un futuro ignoto, brutal y desalmado que despreciaba tanto como temía".

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