Julián Viñuales | Editor

"Para las grandes editoriales, la música acaba en las memorias de las celebridades"

  • Fundador de la desaparecida editorial Global Rhythm, este audiófilo ha vuelto a la carga con Libros del Kultrum, que en poco más de un año se ha convertido en un sello de referencia de la melomanía escrita en España

El editor Julián Viñuales.

El editor Julián Viñuales. / M. G.

Julián Viñuales considera que padece un anglocentrismo acusado y que la música más allá de los 70 "es un rollazo insufrible". Arqueólogo y licenciado por la University College of London, antes de dedicarse única y exclusivamente a la arqueología musical libresca, trabajó para la Universidad de Trent, en Belice, dirigiendo diversas excavaciones. Sus inicios fueron en las legendarias Folio y Time Life, y en 2001 creó la editorial Global Rhythm. Tras una temporada en Malpaso –"un mal paso", comenta entre risas–, desde hace poco más de un año está centrado en su nueva apuesta, Libros del Kultrum.

–¿Tras diez libros publicados, que el primero fuera el de Lester Bangs, mítico crítico musical que inspiró al personaje principal de la película Casi famosos, puede entenderse como una declaración de intenciones?

–Sí. Además, se trata de un libro que traté de publicar en otras dos editoriales anteriormente, y por circunstancias ajenas a mi voluntad fue imposible. Por eso, cuando me dirigí por tercera vez a la agencia literaria de Nueva York casi se mondaban de la risa. En cierto modo, es el libro de mi vida y de mis sueños, el ideal para hacer la botadura de la editorial. Queremos publicar el segundo volumen, una antología que compila diverso material, artículos, críticas, sobre nombres mucho más conocidos que el anterior, como pueden ser Dylan o los Talking Heads.

–Los títulos publicados hasta ahora por la editorial tienen mucho de arqueología, pero también de antropología o de sociología...

–La arqueología es una de las premisas de Libros del Kultrum. Soy arqueólogo y siempre me han interesado los documentos de época, que nos hablan de la sociedad del momento, de sus costumbres e ideas, y el poder hacerlo a través de estos personajes irrepetibles es fascinante. En mis anteriores proyectos publicaba más novedades, lo que me obligaba a competir con los grandes grupos editoriales. Ahora pongo el acento en cosas que se han publicado entre los 60 y los 80 y que nunca llegaron a traducirse al castellano. Algo que yo entiendo como una suerte, porque no te encuentras a nadie, no hay competencia.

–En poco más de un año, Libros del Kultrum ocupa un lugar relevante en el mercado de la literatura musical, ¿eso evidencia más un acierto por su parte o una carencia en el sector editorial?

–Yo creo que es más bien lo segundo: mi editorial tiene una visibilidad que por antigüedad no le corresponde. Hay un vacío bibliográfico de tal magnitud en el mercado editorial en español, más allá de la edición de las novedades firmadas por las celebridades, que propicia que hayamos logrado ese plus de visibilidad. Y también es, y dicho con toda la modestia, gracias a los libros, a los personajes que he ido buscando. Que no se hubieran traducido nunca al castellano las memorias de Nina Simone o de Keith Jarrett es inexplicable. En muchos casos son lecturas que me han acompañado a lo largo de mi vida y que al mirar atrás he descubierto que siguen en inglés.

–Con respecto a lo que menciona, hay títulos publicados por su editorial que están destinados a un público minoritario, pero hay otros que cuesta entender que las grandes editoriales no hayan estado interesadas, como pueden ser el caso de Nina Simone, Johnny Cash o el más reciente de los Clash...

–Sí, es increíble. Los grandes grupos editoriales sólo se permiten hacer incursiones esporádicas en este nicho, nunca han creído que pudieran tener una presencia continuada en las librerías, y eso está en abierta contradicción con lo que yo defiendo. De hecho, ahora nos queremos adentrar en música contemporánea y en música clásica, saliendo del universo de la música afroamericana y la británica. Porque la música no se acaba aquí, salvo para las grandes editoriales, que acaba en las memorias de las grandes celebridades. Los Clash ahora son mainstream y están considerados como un grupo de rock clásico, pero cuando salieron sus memorias, en 2005, seguían siendo un grupo punkorro de ultraizquierda, algo que determinados editores no pueden presentar a sus responsables de márketing, que prefieren publicar las memorias de Joaquín Sabina o Whitney Houston.

–¿Teniendo en cuenta la trayectoria de la editorial, el libro de Santiago Auserón, Semilla del son, puede entenderse como una excepción?

–Sí, el de Auserón es un caso excepcional, porque él también es un artista excepcional, dentro de la escena musical española. Se trata de un músico que, no contento con las mieles del éxito como estrella del rock patrio, decide un buen día investigar otras músicas en las que el castellano sigue siendo la lengua utilizada, liberándose del yugo del rock y adentrándose en otros estilos musicales. Y eso es lo que narra, que cabe entenderse como un proyecto de viaje musical, que podríamos calificar como etnomusicológico, en busca del son que aún queda en Cuba.

–¿Nos puede adelantar algunos títulos para este año? ¿Las memorias de George Harrison serán, por fin, una realidad?

–El libro de Harrison se está demorando porque la viuda es tremenda y exige una réplica exacta de lo que se publicó, y me está costando convencerla. Queremos que sea una edición bilingüe, precedida de un cancionero, y de lo más cercano a las memorias de un beatle, ya que reproduce sus conversaciones con Dereck Taylor, jefe de prensa de la banda. Una auténtica joya, que hará las delicias de los fans. También la biografía de Aretha Franklin, escrita por el negro que escribió sus memorias, David Ritz. Es una biografía no autorizada, en la que Ritz utiliza el material que la propia artista censuró, ya que sus memorias acabaron siendo un panegírico edulcorado que obviaba, por ejemplo, sus complejas relaciones familiares. Las memorias de Quincy Jones, desde sus primeras bigs bands hasta cuando produjo a Michael Jackson, y las de Chris Frantz, cofundador de los Talking Heads, que cuentan la historia oculta de la banda, más allá de David Byrne, que acabó acaparando todo el protagonismo. Y Y el cancionero de Nick Cave, que iba a visitar España en abril aunque la gira se ha pospuesto.

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