DULCE MARÍA CARDOSO | NOVELISTA

Dulce María Cardoso: "Tuve que inventarme otro yo con 11 años y eso me hizo escritora"

  • Se inspiró en Salinger y Fante para narrar desde una voz adolescente el mayor tabú de la historia reciente de Portugal en 'El retorno', un fenómeno literario que suma ya once ediciones

Dulce Maria Cardoso tardó 30 años en escribir la novela que le ha dado fama internacional.

Dulce Maria Cardoso tardó 30 años en escribir la novela que le ha dado fama internacional. / Juan Carlos Muñoz

Hace ya ocho años que Dulce Maria Cardoso (Trás-os-Montes, 1964) se atrevió a hablar por primera vez de un tema tabú en su país en una novela, Los retornados, que cambió para siempre su vida pero también la memoria colectiva de Portugal. "Al principio fue como las otras novelas. Había una historia que quería contar, que hablaría de la pérdida, la memoria y la soledad, y sabía los hechos históricos que quería relatar. Pero como el libro fue tan bien recibido, y tan amado -en Portugal ya va por la undécima edición-, cada semana que pasa me llegan mensajes y cartas. Así que ahora es otra cosa, es un trozo de todos y un libro que cambió por completo mi historia personal. Cuando ahora pienso en mi retorno, a pesar de que este libro no es autobiográfico, pienso en la familia de Rui más que en la mía propia y me resulta más fácil hablar sobre ellos que sobre mí".

Cardoso vivió en Angola con su familia hasta los diez años y para cuando cumplía 11 estaba ya de regreso en un Portugal que le era ajeno por completo. "Fue todo un shock. Mi familia regresó conmigo, procedíamos del norte del país pero ellos se quedaron en Lisboa y yo me fui sola a vivir con mis abuelos, a los que nunca había visto". En Portugal sintió por primera vez lo que era sentirse observada con miedo y sospecha. "La pequeña burguesía retornada de ultramar no era exactamente pobre, aunque habíamos viajado con lo poco que cabía en la única maleta que teníamos derecho a subir a aquel atestado avión. Pero vivíamos subsidiados y todos los portugueses nos miraban con recelo. El tema fue durante mucho tiempo un tabú. Todos sabíamos lo que había pasado pero pervivía el mito de que los retornados eran fascistas que en las colonias de Angola o Mozambique explotaban a los negros. No se contaba que aquellos retornados se habían ido a Angola como podían haberse ido a Francia pero, en cambio, lo perdieron todo. Los portugueses no tenemos mucho hábito de ficcionar, durante mucho tiempo tuvimos tasas altas de analfabetismo. Creo que mi libro ayudó a comprender el otro lado de la Historia. Los retornados son los vencidos, y me interesaba mucho mostrar su punto de vista porque la Historia siempre la escriben los ganadores".

Desparramadas en el aeropuerto, las cosas que no caben en una sola maleta de equipaje son la metáfora de los restos del imperio portugués para quienes esperan conseguir un asiento en el puente aéreo de Luanda antes de que se declare la independencia de las colonias en 1975. Con imágenes así, expresadas del modo más próximo posible a la oralidad, queda patente la potencia literaria de Cardoso, que antes de escribir a tiempo completo trabajaba como abogada. "Me licencié en Derecho y cuando estudiábamos la Revolución de los Claveles se hablaba de la descolonización pero a los retornados se los despachaba en cinco minutos. Y eso que somos la memoria, los restos del último imperio colonial. Por eso siento que tenemos la obligación de traspasar esa memoria".

A veces los retornados se reconocían entre sí por gestos muy simples, como el modo de envolver los panes, y hacían sonar el claxon cuando se cruzaban con otro coche que tenía como en Mozambique el volante a la derecha, pero con el tiempo evitarán que se les distinga del resto de habitantes de la metrópoli porque, en el fondo, todo el mundo desea integrarse y pasar página. Todo ello se cuenta en El retorno a través de una polifonía de voces, sin tomar partido. "Fue a propósito, no quería tomar posiciones, quería abarcarlo todo y reflejarlo a través de la voz inocente de mi protagonista, Rui. Porque quise escribir una novela de crecimiento, de formación, ese fue mi gran desafío. No lo fue tratar el poscolonialismo porque los hechos históricos no me eran ajenos, sino encontrar aquella voz". Para lograrlo, la autora se confió a dos de sus novelas favoritas, que le sirvieron de brújula para no perder nunca de vista esa forma de contar atropellada de Rui que no es ni infantil ni adulta. "Leí con enorme placer El guardián entre el centeno de Salinger y Espera a la primavera, Bandini de Fante. Captar ese momento de cambio y mudanza vital me interesaba mucho".

"Los portugueses se sintieron como invadidos por marcianos y para nosotros la metrópoli era pobre y atrasada"

Dulce Maria Cardoso aún recuerda su propio retorno. "Yo fui la que perdí por todos. No tenía nada cuando llegué a Trás-os-Montes sola. Me fui a vivir con mis abuelos a una aldea muy pequeña cerca de Mirandela. Tuve que inventarme rápidamente otro yo con 11 años y esa pérdida de identidad me convirtió en escritora. Yo hablaba diferente, usaba giros que mis abuelos desconocían, a veces tardaba una semana en explicarles que el fiambre no era lo mismo que el presunto, que era lo único que ellos habían comido. Mis abuelos nunca habían probado las frutas tropicales y yo pasé la infancia en Luanda tomando maracuyá, mango... No era sólo que hubiera perdido a mis amigos y mi país, sino que había perdido mis memorias. Intentaba explicar a mis abuelos cómo eran mis playas, llenas de palmeras y cocoteros, y ese intento de contarles mis historias me convenció de lo fácil que era inventarlas. Vivíamos en una aldea donde no había agua canalizada y cuando iba a la fuente pública me inventaba que allí podría descubrir un tesoro, y que había un malvado que lo custodiaba, y otro ogro que resultaba ser simpático y me ayudaba. Inventaba e inventaba y esa fue la maravilla que me salvó de la soledad porque para hacerlo no necesitaba dinero, que no había, sólo necesitaba mi cabeza, dentro de la que vivían y viajaban conmigo todas esas historias".

El dolor de repatriarse y volver a una metrópoli que sólo conoce por historias, fotos y libros de texto lo narrará Rui, que deberá hacerse cargo de su madre y su hermana mientras su padre y su tío permanecen en Angola, con todas las ansiedades propias de la adolescencia. El libro tiene dos partes: la primera transcurre en Angola, hasta la salida atropellada del país, y la segunda en el hotel de cinco estrellas de Estoril donde son acogidos como refugiados, hacinados en habitaciones pequeñas y sin familiares que quieran hacerse cargo de ellos. "El hotel estaba lleno de retornados que no tenían nada que hacer y se pasaban el día en las salas comunes contando historias, y yo las oía, y luego las reinventaba. Tengo muy buena memoria y me convertí en un depósito de sus recuerdos, hasta el punto de que en El retorno evoco con nostalgia sitios donde nunca estuve y hasta convierto en protagonista a un perro que tuvieron mis padres y al que yo no conocí. La memoria es mecánica, todo queda registrado, pero lo difícil es acceder luego a esos registros de memoria; son como dos campos, uno el que está registrado y otro al que tenemos acceso. Cuando fui por primera vez a Brasil, treinta años después, y vi a una mujer cortando un coco con un machete yo sabía los gestos que iba a hacer para ofrecerme el jugo, y lo mismo pasó cuando probé el cajú, recordé a qué sabía el anacardo y fue una conexión maravillosa. Es lo que más me fascina, cómo la memoria y la identidad van unidas".

Primer plano de Cardoso, una autora obsesionada por la oralidad de los textos. Primer plano de Cardoso, una autora obsesionada por la oralidad de los textos.

Primer plano de Cardoso, una autora obsesionada por la oralidad de los textos. / Juan Carlos Muñoz

Su libro aborda también la cuestión racial. "Aunque muchos quieran negarlo, había racismo en Angola, mucho. Y también en Portugal. Lo que ocurre es que hay racismo en todos lados, no es una característica portuguesa. La diferencia siempre asusta. Los portugueses ante los retornados se sintieron como si fueran invadidos por marcianos pero nosotros también teníamos miedo y prejuicios de los habitantes de la metrópoli, que encontramos oscura, pobre y muy atrasada".

El traductor Jerónimo Pizarro. que también ha pasado por la Feria del Libro esta semana, ha realizado un extraordinario trabajo para verter al español El retorno en la editorial La Umbría y la Solana, donde se publicará este año Eliete, la nueva novela de Cardoso que hace furor en Portugal. A ella, de la literatura actual, le interesan sobre todo "los autores que piensan sobre los desafíos actuales que tiene mi país. Porque somos nosotros los que tenemos la experiencia y podemos reflexionar sobre ello. A mí en concreto me interesa mucho analizar cómo los avances tecnológicos afectan al comportamiento social y crean un horizonte que puede ser peligroso para todos".

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