Bécquer, 150 años

La Universidad recupera un autógrafo becqueriano

  • La profesora de la US y especialista en Bécquer analiza el volumen, que ha prologado, en el que la editorial de la Hispalense reproduce el manuscrito dibujado de una de las rimas más populares

Detalle del autógrafo becqueriano en el que se construye la rima LXXIII.

Detalle del autógrafo becqueriano en el que se construye la rima LXXIII.

Es curioso y desconcertante que un autor tan conocido entre el público y asentado en la historia de la literatura como Gustavo Adolfo Bécquer siga ofreciendo tantos perfiles inéditos. Con motivo del 150 aniversario de su fallecimiento la Editorial Universidad de Sevilla ha querido profundizar en un aspecto singular de su recepción, que le sitúa como objeto de deseo para coleccionistas, imprimiendo el facsímil de Historia de un viejo papel. Glosas al texto becqueriano de la rima "¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!", redactado por Enrique Toral Peñaranda. De este librito -96 páginas en formato pequeño- hubo tres publicaciones privadas, de tirada corta, toda una rareza bibliográfica; se reproduce la última, de 1973. En su nueva edición, la Editorial Universidad de Sevilla ha incluido un prólogo, del que me encargo, y lo más sobresaliente, la copia del autógrafo de Bécquer al que Toral Peñaranda dedicaba su ensayo. En este manuscrito el poeta construye la rima LXXIII -esa que comienza "Cerraron sus ojos"-, tacha y corrige, le da vueltas a la hoja, precisa nuevas ocurrencias y dibuja varias figuras, tal vez mientras se abstrae o entreteniendo su pluma en un momento de reflexión.

Bécquer es, más que un escritor, un mito de las letras hispanas, pero su obra es bastante corta, apenas una gavilla de relatos y artículos, contadas piezas dramáticas, poemas sueltos de distintas fechas y 79 rimas, atendiendo a su Libro de los gorriones. En comparación con esta parca cosecha la bibliografía en torno al autor es enorme, variada y oscilante entre la construcción de una biografía en muchas ocasiones legendaria y el estudio o comentario de sus composiciones.

Dorso del manuscrito que recupera la Editorial Universidad de Sevilla. Dorso del manuscrito que recupera la Editorial Universidad de Sevilla.

Dorso del manuscrito que recupera la Editorial Universidad de Sevilla.

La Biblioteca Nacional de España puso a disposición de todos los potenciales usuarios, a través de su portal Biblioteca Digital Hispánica, accesible en línea, tesoros como el Libro de los gorriones (fechado el 17 de junio de 1868), es decir, el autógrafo del que era el proyecto de su primer libro, además de dibujos y apuntes de sus rimas. Asimismo conocemos el contenido del mágico Libro de cuentas, ese cuaderno comercial en el que el padre del poeta, el pintor José Domínguez Bécquer, anotaba sus ventas o pagos y, llegado a manos de sus hijos Gustavo y Valeriano, se convirtió en soporte para dibujos, juegos y ejercicios escolares. Hemos ido siguiendo la pista de otros documentos. Sus amigos Ramón Rodríguez Correa, Augusto Ferrán y Narciso Campillo, quienes iniciaron tanto la leyenda como aseguraron el inicio de una moderna tradición poética en lengua española al editar por primera vez sus versos, tuvieron en su poder originales becquerianos, luego regalados a otros amigos y admiradores. Uno de estos últimos fue Carlos Peñaranda y Escudero, abuelo de Enrique Toral Peñaranda, un poeta sevillano nacido en 1848 que fue alumno y después corresponsal íntimo de Narciso Campillo, el condiscípulo de Gustavo Adolfo en el Colegio de San Telmo. Fue Campillo el que regaló a Carlos Peñaranda el manuscrito de la rima LXXIII, que pasó después a sus descendientes. Ahora es propiedad de la Asociación Cultural Enrique Toral y Pilar Soler.

Cubierta de la edición facsimilar de la US. Cubierta de la edición facsimilar de la US.

Cubierta de la edición facsimilar de la US.

                                                                

Esperamos seguir encontrando papeles becquerianos que, como el presente, nos permitan recuperar al escritor, no al ser de ensueño. Casi parece una feliz carambola que el autógrafo pertenezca al poema cuyo estribillo reza "¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos!". En este año 2020, desgraciado por otras circunstancias, Bécquer no ha quedado solo, sino arrullado por el calor de nuestra lectura y recuerdo.

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