CONGRESO DE LAS ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA

Historia de tres heterodoxos (o casi)

  • Trapiello, González Troyano y Félix de Azúa recorren las vidas de Casiodoro de Reina, José Marchena y Blanco White, figuras poco conocidas que esquivaron cánones

Alberto González Troyano, el académico Félix de Azúa (sentado) y Andrés Trapiello en la Academia de Buenas Letras.

Alberto González Troyano, el académico Félix de Azúa (sentado) y Andrés Trapiello en la Academia de Buenas Letras. / Juan Carlos Muñoz

El XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española ha sido el marco ideal para revisar las biografías de tres sevillanos sepultados entre los siglos, hoy prácticamente desconocidos para el gran público. ¿Fue un heterodoxo Casiodoro de Reina?, ¿lo fue el abate Marchena?, ¿encajaría aquí la trayectoria de Blanco White? De la mano de Andrés Trapiello y de Alberto González Troyano, el académico Félix de Azúa propuso el jueves en la Casa de la Provincia un recorrido por unas vidas marcadas por la búsqueda de la libertad.

Para cuando Casiodoro de Reina, del que se conocen muy pocos datos, llega a Sevilla la ciudad que encuentra es "el Nueva York de entonces, la ciudad más poblada del mundo, la que conectaba con el Nuevo Mundo que tenía próximo el mañana". Una urbe de estas características predispone a los espíritus inconformistas a indagar por caminos no transitados, como De Reina. El monje jerónimo logró un primer refugio en el monasterio de San Isidoro del Campo, en Santiponce, uno de los primeros focos de la Reforma en España integrado por nobles, doctos eclesiásticos y una comunidad de clérigos erasmistas y, con ellos, de libros y traducciones perseguidas por la Inquisición, que quemó a 50 monjes de este cenobio.

Con una biografía hecha a retazos de las ciudades europeas de las que huía durante más de 12 años -Basilea, Amberes, Estrasburgo, Londres, Frankfurt-, en los que fue perseguido por la Inquisición, por Felipe II (que llegó a ponerle espías y puso precio a su cabeza) y por los calvinistas, la obsesión de Casiodoro de Reina siempre fue la traducción desde el hebreo de la Biblia, una tarea monumental a la que dedicó horas de reflexión en busca de la palabra exacta, tanto es así que Menéndez Pelayo, representante de la españolía y el catolicismo, escribe en su Historia de los heterodoxos españoles que "la traducción de De Reina y Cervantes han hecho las dos mayores aportaciones a la lengua literaria española". Finalmente, la traducción vio la luz gracias al impresor Thomas Guarin en Basilea en 1569, en lo que ha pasado a la historia como la Biblia del Oso, llamada así porque en la portada está grabado un oso junto a un panal de abejas, un recurso que nada tiene que ver con el contenido de este libro, acaso una suerte de "disfraz, de disimulo", apunta Azúa. Uno de aquellos primeros 2.600 ejemplares que se editaron hace más de 400 años, uno de los poquísimos que logró llegar a España, se conserva en la Biblioteca Capitular Colombina del Arzobispado de Sevilla, sin que nadie a ciencia cierta sepa responder cuándo y cómo llegó a esta institución.

Sobre la publicación de esta Biblia, prohibida en nuestro país durante cuatro siglos, ya en el siglo XX Juan Benet y Rafael Sánchez Ferlosio han sido dos de sus grandes defensores, Eva Díaz Pérez, actual directora del Centro Andaluz de las Letras, escribió sobre este episodio en Memoria de cenizas, y la editorial Alfaguara editó en 1987 esta biblia, hoy una auténtica rareza que ya sólo se encuentra en las ferias de libro antiguo que prácticamente preparan ya sus puestos para este otoño.

Aparte de ser dueño de una vida que daría para una novela de aventuras, Casiodoro de Reina practicó, defiende Azúa, "la ideología de la tolerancia, en un país tan poco aficionado a ella". "La palabra de Dios no puede quedar en manos de aquellos para quienes menester era que el vulgo no las entendiese, sino sólo aquellos a quien eran provechosas para sustentar sus vientres y gloria", escribió. De Reina también tradujo secretamente el libro de Sebastián Castellion Sobre los herejes que contiene reflexiones que de vigentes parecen escritas ayer: "Matar a un hombre para defender una doctrina no es defender una doctrina, es matar a un hombre".

Compromiso del abate y engaño de Blanco White

Para Alberto González Troyano, encargado de glosar la figura del escritor y político liberal José Marchena (Utrera, 1768-Madrid, 1821), apodado con sorna el abate Marchena pese a que nunca perteneció al clero, la palabra que mejor define a este heterodoxo anticlerical y revolucionario es "compromiso". Como la de Casiodoro de Reina, la suya también fue una vida propia de una novela de aventuras: de raíces judeoconversas, siempre tuvo claro que había que estar en cada momento donde se estaba haciendo la historia, pese a los desafíos y las persecuciones. Estuvo a punto de ser guillotinado por Robespierre durante la Revolución Francesa, tradujo a Rousseau, Voltaire y Montesquieu, convivió con la etiqueta de afrancesado durante la Guerra de la Independencia y sufrió el exilio cuando sus ideas liberales no encajaban en la España de Fernando VII, el Rey Felón que derogó la Constitución de 1812 y reinstauró el absolutismo.

De su puño, queda Lecciones de filosofía moral y elocuencia, publicada en Burdeos en 1820 una antología de la literatura española, precedida de una larga introducción en la que hizo una reflexión sobre la moderna historia de España, que, en palabras de González Troyano, "nada tiene que ver con lo que se había hecho hasta entonces". En la larguísima introducción que precedió esta antología, de más de 100 páginas, Marchena reflexionó sobre la historia moderna de España y dejó escrito "cuando un pueblo piensa claramente, escribe claramente". Como Marchena, que fue editado por Menéndez Pelayo, "puede haber otros muchos, personajes que están pidiendo que le rescatemos", reflexionó González Troyano.

Menos entusiasta, sin embargo, se mostró Andrés Trapiello a la hora de abordar la figura del periodista y escritor José María Blanco White (Sevilla, 1775-Liverpool, 1841). La vida acerca o aleja autores a veces por azar otras por propia elección. Con Blanco White, ha vivido algo parecido. Hace 30 años, recibió el encargo de trabajar en una serie documental sobre los heterodoxos españoles, entre los que originalmente estaría este sevillano, la serie se canceló pronto y no llegó a leerlo, hasta que hace tres semanas Felix de Azúa le pidió participar en esta conferencia. Con un "juicio lector sin prejuicios" trabajado a lo largo de los años, dijo de sí mismo, Trapiello se ha acercado ahora a la obra de Blanco White con una mirada que huye de engaños. "No fue un escritor español, ni fue un heterodoxo, no es un personaje simpático y es profundamente mentiroso, lo que sabemos de él lo sabemos por los libros en los que habla de él", la autobiografía y las Cartas desde España, expuso sobre un sevillano que nunca se sintió cómodo siendo clérigo y buscó la libertad en Inglaterra, donde vivió una vida acomodada como mantenido de las familias a las que daba clase. Es el tipo de persona que "se siente siempre víctima y culpa de todos sus males a España, algo, como vemos, muy extendido", reflexionó el autor de Las armas y las letras sobre un heterodoxo que, a su juicio, no lo es.  

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