Ildefonso Falcones | Escritor

"El dinero cambia a la gente"

  • El escritor catalán regresa al panorama literario de la mano de 'Esclavas de la libertad', una novela que transcurre entre los cañaverales cubanos del siglo XIX y un Madrid en pleno siglo XXI

Ildefonso Falcone, en Sevilla.

Ildefonso Falcone, en Sevilla. / José Ángel García

Esclavas de la libertad trata el racismo, el clasismo, el supremacismo, la precariedad laboral, etc... ¿Se considera una persona socialmente comprometida?

–Me gustaría serlo. Por lo menos, tengo interés.

–¿Busca, con su libro, la concienciación social o le basta con levantar la voz?

–Mi primer objetivo a la hora de escribir una novela es que el lector se entretenga. A partir de ahí me interesa ofrecerles escenarios históricos, en este caso también modernos, reales. Y ya que el lector saque las conclusiones que desee. No me considero capacitado como para dar lecciones a nadie. Aporto lo que creo que es interesante, y ya cada cual que saque sus conclusiones.

–Le he leído en otras entrevistas la preocupación que siente por la juventud española.

–Tal y como está hoy en día, me preocupa la situación de la juventud, ya que en lugar de promover la cultura y la enseñando estamos viendo el desinterés mostrado en que la gente no acceda a los conocimientos, al mérito, y eso son unos principios que no debemos olvidar. Me preocupa bastante la situación de la juventud, sí.

–¿Los jóvenes llegarán a tener la calidad de vida que habéis tenido ustedes?

–Me gustaría que así fuera, pero hoy en día no lo parece. Esto puede cambiar, claro, y confiemos en que cambie y lo haga para bien. En la actualidad se produce esa situación no deseada en la que la siguiente generación va a vivir peor que la anterior.

–¿En España se necesita un padrino para acceder al mundo laboral?

–En España siempre ha existido y siempre existirá. Lo cual no implica que la persona que acceda al puesto lo haga sin méritos, pero sí que tener un padrino hace que esa persona tenga mayores oportunidades que otras.

–En su narrativa suelen encontrarse escenas muy fuertes de violencia, ¿le da aprensión estudiar esa parte del pasado?

–No, yo creo que no. Si hablamos de tortura, pienso que hay que mostrarle al lector la imagen que tiene el autor. Igualmente, no creo que haya llegado a mostrar la crudeza real que vivieron estas personas esclavas obligadas a golpes y latigazos a trabajar. Eso lo cuento con crudeza, sí, al igual que las situaciones sexuales crudas o reales, pero me gusta así.

"Actualmente se produce esa situación no deseada en la que la siguiente generación va a vivir peor que la anterior"

–¿Ha llegado a odiar a alguno de sus personajes?

–No, no. Si los odio, los quito –ríe–. Pero lo bueno es que si los odio yo, espero que el lector también llegue a odiarlos. Hay personajes que nacen dentro de una obra para ser odiados, y eso es bueno.

–¿Y ha llegado a representarte a sí mismo en alguno de sus personajes?

–Conscientemente, no, porque, además, si tú formas parte de tu trama, se te terminaría agotando. Hay que dejar volar la imaginación. Supongo que inconscientemente siempre terminamos reflejando algo nuestro, es muy difícil no hacerlo.

–En su libro, las protagonistas son dos mujeres en diferentes situaciones de opresión, ¿la Historia le debe algo al género femenino?

–La Historia le debe todo. No voy a decir que más o menos que a los hombres, pero como personas les debe absolutamente todo. A las mujeres les ha costado mucho llegar al punto en el que están, y todavía les queda camino por recorrer. Los hombres también estamos haciendo un esfuerzo porque eso llegue a buen fin, de modo que la mujer llegue a equipararse, por lo menos en el mundo occidental, a todo lo que tiene el hombre. La mujer ha sufrido muchísimo, entonces, ¿la historia debe a la mujer una consideración específica por ese sufrimiento? Pues sí. ¿Tenemos que disculparnos? No. Tenemos que luchar para que esto no vuelva a suceder, para superar esas trabas e inconvenientes.

–¿Es por ese motivo por el que las dos protagonistas de su libro son mujeres?

–En este caso, sí, porque la mujer como esclava tenía un plus: el de parir. Hacía exactamente el mismo trabajo que el hombre, es decir, iba a los cañaverales con los machetes para cortar las cañas, pero tenían el plus añadido de que estaban obligadas a parir. Se prohibió la trata por parte de Inglaterra, y España asumió aquella prohibición (no la de la esclavitud). El precio de los esclavos subió porque llegaban de contrabando y, entonces, a los esclavistas le empezó a salir más barato hacer parir a las mujeres y tener criollos, tipo ganadería. Eran niños nacidos para ser esclavos.

"¿La Historia debe a la mujer una consideración específica por ese sufrimiento? Pues sí. ¿Tenemos que disculparnos? No"

–¿El dinero hace que la gente mude la camisa de la ideología?

–Sí, sin duda. Tenemos ejemplos clarísimos. Se empieza un ejercicio de hipocresía. El dinero cambia a la gente.

–Por las ideas mostradas en el libro, ¿es usted una persona de izquierda?

–Cuando era joven me decían que tenía que ser de izquierda obligatoriamente por el hecho de ganarme la vida trabajando y no tener patrimonio, pero me considero una persona liberal a la que le afectan los problemas sociales. Sin embargo, eso tampoco es patrimonio de las izquierdas. Habría que separar esa idea preconcebida que tenemos todos de que los problemas sociales o las injusticias sociales es una lucha de la izquierda. Yo creo que en la civilización occidental que tenemos, en Europa en general, la democracia ha dado claras muestras de que estos problemas son el objetivo de todo el arco parlamentario.

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