En enero de este año, la consultora Comscore destacaba que fueron más de 105 millones de espectadores los que acudieron a las salas de cine en España en 2019, lo que tradujo un 8 % más que el año anterior (97,8 millones) y el mejor dato de los últimos 10 años. De hecho, la recaudación global ascendió a 624,1 millones de euros (lo que supuso una subida de un 7 %). Estos datos demostraban que las salas de cine resistían el embate de las plataformas.

Sin embargo llegó el coronavirus y con él la paralizacion de todos los sectores, incluido, obviamente, el audiovisual. El confinamiento supuso el cierre de los cines durante un tiempo inadmisible según el sector lo que implicará, a partir de ahora, una reinvención donde cine e Internet están condenados a entenderse en esta nueva etapa.

Renovarse o morir

El bloqueo obligatorio de los estrenos que estaban previstos en estos meses de atrás ha tenido sus consecuencias inmediatas en las grandes compañías distribuidoras. Una de ellas, y bastante positiva, es que se han dado cuenta que hay recorrido comercial para los estrenos directos en vídeo bajo demanda, como así fue el pasado 10 de abril con el filme animado Troll's World Tour, que Universal estrenó para alquiler en diversas plataformas. E, igualmente, Disney también decidió saltarse la gran pantalla con Artemis Fowl, y la estrena ahora en Disney+.

Esto ha supuesto un cambio de mentalidad que, según los expertos, supondrá un cambio de escenario, ya que las grandes enseñas, que son las que faltaban por subirse al carro de la revolución digital han visto que esta experiencia es rentable y no descartan propuestas parecidas que no sean consecuencia de la necesidad derivada de una pandemia.

¿Morirán las salas de cine?

Según los expertos, es posible que desaparezcan pero únicamente para un determinado tipo de películas porque, aseguran, el cine en sala nunca morirá del todo. Lo más probable es que existan grandes acontecimientos cinematográficos que necesariamente deberán estrenarse en cine para amortizar su coste y otras pequeñas y medias producciones que quedarán relegadas a un consumo vía streaming, pues tendrán tremendamente complicado competir con los blockbuster.

Las consecuencias de este posible escenario es, precisamente, uno de los miedos de los propios profesionales de la industria, que lógicamente temen por su futuro. En base a la última encuesta realizada entre profesionales del cine y publicada en Stephen Follows Film Data and Education, tras la aparición del coronavirus y la paralización de gran parte de la industria, casi el 50 %  de las personas que trabajan en el sector del entretenimiento audiovisual señalan como su primera o segunda inquietud el futuro de la empresa para la cual trabajan.

Otras ideas

Si bien el cine está haciendo las paces con Internet, lo va a tener difícil con la televisión y la reestructuración de la programación en aras del entrentemiento para paliar el confinamiento que hemos tenido. Ello ha supuesto un récord histórico llegando a las 4 horas y 45 minutos de visionado de televisión por persona a principios de abril, según un informe de Barlovento Comunicación. Superado por otro, a finales del mismo mes, alcanzando las 5 horas.

Con los rodajes paralizados durante tanto tiempo, la problemática podría llegar ante la falta de contenidos de un público que no hace más que aumentar su consumo. Esto, según los profesionales, podría ser una oportunidad para retornar a los grandes clásicos de Hollywood y verlos en pantalla grande, ya que no están presentes en plataformas de streaming; muy útiles estas, por otra parte, para también rescatar por esa vía los grandes clásicos de la televisión y poderlos ver a la carta. Sea como fuere, y más allá de las elucubraciones de los expertos, lo iremos descubriendo poco a poco pues el coronavirus ya ha modificado y está puliendo una realidad, en el ámbito audiovisual, que nunca volverá a ser como antes.