Cómics

Ven, vuela conmigo

  • A bordo de la brillante tabla, los protagonistas de esta gran aventura iban a explorar el infinito espacio.

Una imagen de la obra.

Una imagen de la obra.

Érase una vez una chica cuyo nombre era Dawn. Vivía junto a su padre y hermana gemela, Eve, en un modesto hostal junto a la playa, en Anchor Bay…

Una despejada noche, mirando hacia el cielo, observó como una estrella fugaz dibujaba una fina línea de luz en medio de toda la negritud nocturna y pidió un particular deseo que iba a marcar, sin ella saberlo, el resto de su vida.Años después, la casualidad, que es la manera en la que muchas historias comienzan, hizo que lo imposible sucediera. A años luz, en una galaxia desconocida, el errante héroe conocido como Estela Plateada era escaneado por El Motivador, y tras esta acción, de golpe y porrazo, conocería a la joven del traje rojo a topos negros…

Y, a partir de ahí, la vida de antiguo heraldo también se iba a transformar, ya que su soledad casi eterna terminó, y junto a la pizpireta muchacha viviría infinidad de aventuras, esquivarían juntos innumerables peligros y, sobre todo, volvería a sentir ese especial calor en el pecho, una deliciosa opresión a la que los hombres llaman amor.

Pero en el largo camino que recorrieron juntos también habría momentos dolorosos, oscuros, ya que el pasado a veces es como un ancla, pesado, inmóvil, que no nos dejan avanzar por un nuevo camino. Y Estela Plateada tiene uno, y muy terrible, ya que como todos deberíais saber, él fue el heraldo del innombrable Destructor de Mundos, aquel titán que un mal día surgió de una extraña máquina y, hambriento, comenzó una imparable existencia en la que la sola mención de su nombre hacía que los habitantes de los más remotos planetas temblaran. Galactus.

Cuando cierra los ojos, el plateado surfero aún puede escuchar los ruegos, las súplicas de miles, millones de seres que ya no existen, ya que fueron destruidos junto a sus casas, sus tierras, todo… Y este pecado, tal vez el más grande, es un secreto que será descubierto por Dawn cuando arriben a un planeta en el que da la casualidad que viven los supervivientes de estos holocaustos y Estela tenga que enfrentarse a sus miradas y, sobre todo, a la verdad.

Pero no penséis que estas historias, contenidas en un masivo volumen que reúne toda esta genial etapa del personaje, son sólo dramas. Más bien todo lo contrario, ya que junto a esta inusual pareja vamos a visitar uno y mil peculiares mundos, la mayoría desconocidos. Y en ellos van a vivir aventuras que nunca pudieron imaginar, que harán que Dawn cambie y ya no sea la chica que no necesitaba salir de su casa, al contrario de su hermana Eve, que desde pequeñita quiso recorrer el mundo entero, y con la que se reencontrará, llevándose la gran sorpresa de su vida.

En sus viajes a través de cosmos conocerán a la Reina Nunca, un ente que rige los destinos de todos y de la que deberán recuperar su corazón robado; vivirán una peripecia única cuando se internen en la nebulosa Giraud, donde podremos disfrutar (y ser testigos) de las infinitas posibilidades que encierra una página de cómic, con un homenaje a Moebius (atentos a los seres metálicos sobre los que cabalgan los guardianes con acento galo, ¿no os recuerdan a nada?); saborearán el delicioso helado que se elabora en el planeta Prime y, sin proponérselo, se harán un enemigo con el que van a tener que enfrentarse en más de una ocasión…

Pero este sólo es el principio de esta gran historia, en la que ambos protagonistas van a vivir la experiencia de sus vidas, así como nosotros, lectores, que podremos disfrutar de una de esas maravillas que, de vez en cuando, surgen de la mente de grandes guionistas como Dan Slott, que compone aquí una perfecta sinfonía cósmica, que incluye mucho humor, aventura y su pizca de drama, logrando algo único y muy difícil, y es que nos enamoremos de un personaje como Dawn y que la emoción que sienten los personajes traspase las páginas y nos contagie, irremediablemente.

Y todo esto lo consigue con el trazo pop de un dibujante que logra algo que cada vez es más inusual en las páginas del comic-book norteamericano. Y es permanecer como único artista durante toda la historia, creando nuevos seres alienígenas e imposibles mundos, jugando como sólo él sabe con las viñetas, la composición de estas en la página y, contando con los brillantes colores de su esposa, el tándem compuesto por Mike y Laura Allred logran crear auténtica magia.

Si tuviera que elegir entre los cinco mejores tebeos publicados en los últimos años en la editorial Marvel, sin duda éste sería uno de ellos. Y ahora tenemos la inmensa fortuna, gracias a Panini, de poder disfrutarlo en toda su plenitud, con una edición Omnibus que contiene toda la etapa Slott-Allred, junto a multitud de portadas alternativas y unos extras magníficos, como el guion de una historia muy, muy especial, cuyo título es Nunca jamás.

Poco más puedo deciros, tan sólo que ojalá disfrutéis tanto como yo de esta lectura y podáis cabalgar sobre Mía, la tabla de Estela Planeada, surcando el espacio junto a la chica que vivió en Anchor Bay, Dawn.

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