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¡Feliz Cumpleaños, por Tutatis!

  • Salvat publica un álbum homenaje a Astérix, con autores que cuentan su relación con el personaje

Algunos de los habitantes de la inolvidable aldea gala.

Algunos de los habitantes de la inolvidable aldea gala.

En una remota aldea gala, 60 velas coronan la tarta en la mesa de uno de sus clásicos festines. Y no es para menos, ya que los habitantes de ese pequeño lugar, a estas alturas aún sin nombre, nos han acompañado desde que sus creadores René Goscinny y Albert Uderzo los dieron a luz, allá por el lejano 1959.

Que levante la mano, sobre todo entre los más talluditos de la sala, aquel que no haya pasado interminables tardes con uno de los álbumes protagonizados por Astérix y su fiel Obélix entre las manos, sumergido en su lectura, totalmente ajeno a lo que sucedía a su alrededor, tan sólo regresando a la realidad para esbozar una amplia sonrisa y, entre irrefrenables carcajadas, ir pasando página tras página…

Y es que, sí, además de otros tebeos de la época (los Mortadelos, y algunos cómics de Vértice) las primeras lecturas de muchos de nosotros, entre los que obviamente me incluyo, fueron las peripecias de esta simpar pareja. Sus viajes a lo largo y ancho del planeta, los incontables mamporros que han ido regalando a todo aquel que se pusiera en su contra, convirtiéndose en una auténtica leyenda (unos hombres del saco) entre los soldados romanos, con cuyos cascos el orondo portador de menhires se ha ido haciendo una ya incontable colección.

Pues bien, como toda gran celebración merece, acaba de llegar a las librerías y tiendas especializadas en el Noveno Arte (que sí, que aún quedan algunas que no se dejan inundar por el merchandising) un libro único. Su título Generaciones Astérix. El álbum homenaje, publicado por Salvat.

Y no podía estar mejor elegido, ya que después de leer el puñado de testimonios que el volumen contiene, nos damos cuenta de la tremenda importancia que la creación de estos dos genios ha tenido en el país vecino. Nos es que sólo fuera la lectura preferida de todos los miembros de la familia, abuelos, padres e hijos, sino que además se convirtió en el punto de partida creativo para que muchos de aquellos chavales que se sumergían en sus viñetas, y que pasado el tiempo, decidieron seguir el camino del Tebeo, en este caso la bautizada como bande dessinée, convirtiéndose en reconocidos representantes de este arte en su país y fuera de éste.

La lista de autores y autoras invitados en este libro es abrumadora, aportando sus recuerdos, ya lejanos, de cómo llegaron a sus manos los álbumes protagonizados por el galo bajito. Estampas del pasado que vienen acompañadas por un pin up, una ilustración que homenajea a los protagonistas, o bien, para deleite de los ojos del lector, por una o dos páginas de tebeo, aportando cada uno, con su propio estilo, un escalón más a esta escalera infinita que lleva hacia el limbo donde residen los grandes personajes del noveno arte.

Sesenta y tantos nombres, entre los que me gustaría destacar, tirando un poco de orgullo patrio, a los artistas españoles que fueron invitados a dejar su huella en este imprescindible volumen. Hablo de los humoristas gráficos Gallego y Rey, Borja Montoro, Oriol Malet y dejo para el final a dos representantes, grandes nombres de la viñeta española que da la casualidad que comparten ciudad andaluza de nacimiento. Obviamente, me refiero a los granadinos Belén Ortega y Juanjo Guarnido. Artistas ambos que han sabido trabajarse un reconocido hueco en la industria gala del tebeo, la primera ilustrando la trilogía protagonizada por la literaria Listbeth Salander y el segundo, como ya todos sabéis, con la peripecias del gato detective más famoso de los cómics, Blacksad, junto al guionistas Juan Díaz Canales.

El resto de invitados reúne a clásicos de la BD como Moebius; jóvenes talentosos que llegaron para revolucionar el mercado galo, Bastien Vìves o Julie Maroh; Milo Manara, gran maestro de la viñeta italiana, junto con Alessandro Barbucci; británicos que se alzan entre los muertos para dar su propia versión de los galos, Charlie Adlard y norteamericanos provenientes del cómic independiente, Terry Moore… En fin, una larga lista que tendréis la suerte y el placer de disfrutar los que os sumerjáis en las páginas de este libro.Y como colofón, no me gustaría ser menos y aportar mi pequeño granito de arena, un trozo de aquellos recuerdos que también me unen a la gran familia de lectores que pasábamos las tardes leyendo las aventuras de Astérix y Cía. Unos álbumes aquellos que, para un niño que crecía en los años 70, escapaban de su inexistente economía y que debía conformarse con leerlos cada vez que iba a casa de aquellos primos que, con las consabidas instrucciones para que el volumen no sufriera desperfectos, me los prestaban. Eso sí, bajo la más estricta supervisión…

Poco a poco, gracias a algunos cumpleaños y demás celebraciones, pude ser propietario de algunos, no muchos, de los deseados álbumes y, con el tiempo, compartir su lectura con otros amigos, intercambiándolos y conociendo muchos más del mundo creador por los dos genios galos.

Y así llegamos a este texto con el que ojalá, después de su lectura, os entren las ganas de volver al Egipto de Cleopatra (¡Qué nariz, qué nariz!), o a competir en las Olimpiadas, navegando por el ancho mar, a la espera de que aparezcan los piratas más torpes del mundo… Y todo ellos para, por fin, entre vítores y silbidos, celebrar un gran festín más, regado por el mejor vino y comiendo jabalí.

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