CRÍTICA 'RICKI'

Una vez al año ser rockera sí hace daño

Ricki. Drama musical, Estados Unidos, 2015. 101 min. Dirección: Jonathan Demme. Guionista: Diablo Cody. Intérpretes: Meryl Streep, Kevin Kline, Mamie Gummer, Sebastian Stan, Charlotte Rae.

Difícil saber por qué Jonathan Demme, el de El eslabón del Niágara, el de Stop Making Sense, el de Philadelphia (todo lo "blanda" que los ayatolás de la cinefilia quieran, pero socialmente útil y muy bien rodada e interpretada),e l de El silencio de los corderos, ha dirigido esta cosa… Aunque es verdad que -documentales y serie televisivas aparte- hace casi dos décadas que el cineasta no da pie con bola. Más difícil aún es saber por qué la grandísima se ha prestado a interpretarla… Aunque es verdad que en lo que llevamos de siglo XXI -¡15 años ya!- sólo ha encontrado cuatro películas y pico a su altura (Las horas, Adaptation, El último show, La dama de hierro y -sólo para amantes de desmadres- Agosto). Muchas veces lo he escrito en estas páginas: los Estudios, en su edad de oro, trataban con dureza a los actores; pero como a caballos de carrera carísimos, bien cepillados y alimentados; el mercado puro y duro -que fue lo que se encontraron tras la caída del Sistema de los Estudios, en vez de la soñada libertad- los trata como a bestias de carga. O como comida para perros, por utilizar la pesimista metáfora de Vidas rebeldes de Huston.

Así que aquí tenemos a un buen director y a una de las mejores actrices de la historia del cine envueltos en un petardo en el que la Streep haciendo de rockera recuerda a Manolo Gómez Bur haciendo de yeyé en Una vez al año ser hippy no hace daño. Y la culpa no es de la Streep (si fue capaz de interpretar a la Thatcher haciéndola simpática, lo es de cualquier cosa), sino de la guionista Diablo Cody (sobrevalorada criatura tras los éxitos de Juno y Young Adult) y de Jonathan Demme. La primera no sabe perfilar personajes creíbles ni desarrollar situaciones mínimamente convincentes.

El regreso de la rockera a la familia que abandonó para ayudar a su hija en plan Florence Nightingale no se lo cree ni la guionista que la parió. Kevin Cline, buen actor cuando le apetece, tampoco encaja en su personaje, ni este en la historia. Para coleccionistas de anécdotas: la hija en la ficción está interpretada por Mammie Gummer, hija de la Streep en la vida real. El parecido entre ambas que lo hace innegable es el único vínculo que une esta película a la realidad.

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