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Se traspasa (razón: el cine)

  • Frente a la postura conservadora de la industria y sus instituciones, se impone la realidad y el imparable cambio de paradigma en la exhibición cinematográfica.

El debate está abierto y las posiciones enfrentadas. Entre los discursos de los presidentes de la Academia en los Premios Goya de 2011 y 2012, Álex de la Iglesia y Enrique González Macho, el primero converso-visionario, el segundo netamente conservador, las estadísticas del cine español han arrojado unas cifras que indican un imparable descenso de recaudación en taquilla (20% el último año) junto a una no menos preocupante bajada de los ingresos procedentes del mercado del DVD (un 65% en los últimos 5 años), las dos ventanas tradicionales de explotación junto a la venta de derechos televisivos. Conclusión: el negocio del cine tal y como lo habíamos entendido hasta ahora se hunde sin que sus responsables, privados y públicos, productores, inversores y políticos, sean capaces de poner cauce a una nueva realidad, que pasa por Internet, que permita la subsistencia y la pervivencia del negocio en el futuro.

El empresario Juan Carlos Tous, fundador del sello Cameo y de la web de cine onlineFilmin (www.filmin.es), alertaba en un artículo publicado el pasado día 2 en El País que "la misión debe ser convertir este nuevo hábito de consumo de cine a través de Internet en un mercado que permita generar un retorno económico a los productores y poder así mantener y hacer crecer nuestra industria cinematográfica". Frente a esta postura con visión de futuro, González Macho sostenía en su discurso que, a pesar de todo, "los recursos que hacen posible el cine aún no provienen de Internet".

Entre ambas posiciones, la realidad se impone situando además a España muy por detrás de otros países de su entorno: la ley no permite editar las películas españolas en DVD hasta pasados tres meses de su estreno en salas, ni difundir un título en Internet cuando éste se ha descolgado de la cartelera. Tous señala así el desfase entre un vertiginoso desplazamiento del consumo, con o sin piratería (ese es otro tema), hacia Internet, y la normativa y el funcionamiento de una industria aferrada al viejo orden (lento y analógico) de la distribución y la exhibición.

La era digital ha auspiciado una transformación tan radical en la Historia del cine como la de otros importantes momentos de crisis derivados de un cambio tecnológico. Mientras los televisores de última generación vienen ya preparados para conectarse a la red y ofrecer una programación a la carta y los dispositivos y tabletaswifi acompañan al usuario a todas partes, las salas inician una obligada reconversión digital que acabará con el celuloide y sus proyectores en cuestión de pocos años. El 3D no ha sido sino el reclamo y la avanzadilla espectacular de este proceso de transformación que, como ha preludiado el cierre de la otrora todopoderosa casa Kodak, impondrá un nuevo modelo global, en el que el cine infantil o el basado en efectos especiales será prácticamente el único que resulte rentable para mantener abiertos los complejos multisalas, destinados a ser los últimos templos del cine como fenómeno de arrastre de productos derivados.

Entre estos dos movimientos simultáneos, el cine como producto de consumo sólo podrá subsistir integrando su potente imaginario en los nuevos canales de explotación, desbloqueando las barreras que, hasta hoy, regulan su circulación y sus tiempos. Portales como Filmin son un buen ejemplo del camino a seguir: una amplia y variada oferta de cine a la carta, precios asequibles y una aceptable calidad técnica. Junto a él, otros portales como Youzee, Wuaki, Voddler, Cineclick, Apple TV, Canal + Yomvi o Netflix sientan las bases de oferta y funcionamiento de este paulatino proceso de individualización del consumo que ha desterrado el acto social de ir al cine como ritual cultural colectivo, por mucho que le pese a los nostálgicos del terciopelo o a los empresarios del maíz.

Pero no sólo de estrenos y comercio trata esta mutación. Internet no deja de ofrecer canales alternativos para la difusión gratuita y legal del cine que no se rige por las necesidades y peajes del mercado. Como muestra, dos estimulantes iniciativas: Festival Scope (www.festivalscope.com), un portal orientado a profesionales que oferta una nutrida selección de títulos que van pasando por los mejores festivales de cada temporada; y Márgenes, I Festival online de cine español al margen (www.margenes.org), donde han podido verse 10 títulos de ese otro (y también nuestro) cine español contemporáneo, entre ellos, las nuevas propuestas de francotiradores como Pablo Llorca (El mundo que fue y el que es), Los Hijos (Circo), Raya Martin (Buenas noches, España) o Ion de Sosa, ganador con True Love.

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