Festival de Venecia

Sorrentino expone "la verdad de sus sentimientos" en la Mostra

  • El director recrea en 'Fue la mano de Dios' la tragedia que marcó su vida siendo adolescente

Paolo Sorrentino, con su actor fetiche Toni Servillo.

Paolo Sorrentino, con su actor fetiche Toni Servillo. / Claudio Onorati / Efe

Despojado de su habitual estilo barroco, Paolo Sorrentino repartió este jueves en Venecia emoción y ternura con Fue la mano de Dios (È stata la mano di Dio), una película autobiográfica en la que confronta la tragedia que marcó su vida siendo adolescente, la muerte accidental de sus padres por una fuga de gas.

El título es un homenaje a Maradona, ídolo futbolístico del director de La gran belleza y protagonista involuntario del suceso, ya que los padres de Sorrentino (Nápoles, 1970) murieron durante una escapada de esquí a la que él prefirió no acudir para no perderse el partido del Nápoles en el que jugaba el astro argentino.

"Fue una época muy dolorosa", admitió en rueda de prensa el director, uno de los más populares del cine europeo. Sólo ahora, añadió, recién cumplidos los 50 años, encontró la madurez y la distancia adecuadas para poder contarlo de la mejor manera que sabe. "Soy muy miedoso en la vida pero valiente en mis películas, supongo que es una forma de coraje diferente", señaló flanqueado por sus actores, Filippo Scotti, que encarna a su alter ego juvenil, su intérprete fetiche Toni Servillo, aquí convertido en su padre y Teresa Saponangelo, que hace de madre.

Fue la mano de Dios es una historia de transición a la edad adulta en la que, pese a todo, Sorrentino no renuncia a sus señas de identidad: el hedonismo, el humor, la melancolía y ese toque surrealista y exagerado que se entiende mejor conociendo a esa familia y esa ciudad de Nápoles en la que transcurre la historia.

"Obviamente una película tiene sus exigencias, no se trata de mi autobiografía, hay elementos que son verdad y otros que no, pero lo que es siempre verdadero son mis sentimientos o lo que yo recuerdo que sentí siendo un adolescente", expuso.

Aunque estilísticamente sea su trabajo más sencillo, Fue la mano de Dios explica también la manera de entender el cine de Sorrentino y el origen de su vocación. "No me gusta la realidad, por eso quiero hacer cine", dice en el filme el protagonista, que se llama Fabietto. Sobre el título, Fue la mano de Dios, que alude a la explicación que Maradona dio de su mítico gol marcado con la mano, Sorrentino considera que es "una frase bellísima". "Es paradójico que la dijera un futbolista porque es una gran metáfora, un emblema que tiene que ver con la suerte o la divinidad si crees en ella, yo creo en el poder semidivino de Maradona", afirmó.

Jane Campion, en la presentación de 'El poder del perro'. Jane Campion, en la presentación de 'El poder del perro'.

Jane Campion, en la presentación de 'El poder del perro'. / Ettore Ferrari / Efe

Doce años después de su última película, Jane Campion ha regresado al cine con El poder del perro, un western lírico y lleno de tensión que presentó a competición en Venecia, con división de opiniones, y en el que nada ni nadie son lo que parecen.

Maestra de la sutileza y la creación de atmósferas, Campion regresa a un tema que domina, la tensión que palpita en el deseo reprimido, pero esta vez el personaje central no es una mujer sino un hombre (Benedict Cumberbacht) atrapado en su propia dureza de cowboy.

"No me planteé si era un hombre o una mujer, no hago cálculos de género", afirmó en rueda de prensa la que fue la primera mujer en ganar la Palma de Oro en Cannes (con El piano en 1993) y una de las siete nominadas al Oscar a mejor dirección en la historia.

"Simplemente leí el libro de Thomas Savage y me pareció increíble, semanas después de acabarlo me seguían viniendo escenas a la cabeza", añadió sobre una historia ambientada en Montana en 1925, aunque rodada en Nueva Zelanda, y para la que ha contado también con Jesse Plemons y Kirsten Dunst.

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