Crítica de cine 'Jojo's bizarre adventure: Diamond is unbreakable'

Miike, suma y sigue

Una imagen de Jojo's bizarre adventure, de Takashi Miike

Una imagen de Jojo's bizarre adventure, de Takashi Miike

Sabíamos que el Festival de Sitges ha sido desde hace años la puerta de entrada y el escaparate continuo para el cine del japonés Takashi Miike en nuestro país. Lo que no imaginábamos es que su última película, que a su ritmo frenético de trabajo es siempre la penúltima (por el camino de estreno se ha quedado la mucho más interesante La espada del inmortal), se iba a rodar precisamente en esa ciudad costera, marco extraño, distópico y delirante para esta nueva aventura fantástica que se encuadra dentro de ese nutrido bloque de su inabarcable filmografía volcado explícitamente hacia el público juvenil y sus gustos comerciales arraigados en la tradición pop o los vídeo-juegos.

Jojo’s bizarre adventure adapta el popular manga del mismo nombre creado en 1987 por Hirohiko Araki, cuyo protagonista de aspecto gótico, sex-appeal adolescente y tupé de ensaimada forma parte de una extraña saga mágica familiar en lucha contra las fuerzas del mal lideradas por una pareja de hermanos no menos macarras, vengativos y afectados con capacidades transformistas a través del agua y los elementos.

Saturada de estímulos digitales y visuales, enrevesada como sólo Miike sabe enrevesar las cosas, la propuesta intenta traducir con ruido y furia la puerilidad fantástica y melodramática del original sin demasiados recursos de puesta en escena (eso lo deja Miike para sus películas serias) más allá del abuso fotorrealista de efectos especiales, que brillan especialmente en las estiradas e interminables secuencias de acción con Transformers en colores purpurina y aureolas de campos electromagnéticos. La segunda parte ya debe estar terminada.