Crítica de Cine

El invierno fratricida

Ricardo Darín le da el testigo a Martín Hodara, con quien codirigiera su hasta ahora única película (La señal) a este lado de la cámara, y lo acompaña, aunque sea en un papel secundario (imantado en cualquier caso), en su debut en solitario con este drama invernal con aromas de western y cine criminal que promete mucho para terminar desinflándose.

Western en tanto que el paisaje montañoso y nevado de la Patagonia y las cuitas insalvables entre dos hermanos a propósito de una herencia familiar y otros graves asuntos pendientes del pasado palpitan aquí, al menos en su presentación, con las maneras sobrias y contenidas del viejo género, maneras y formas a las que Sbaraglia y Darín prestan ese justo y lacónico aire de misterio, secretos, miradas y silencios sostenidos con los que se fraguan los buenos filmes del Oeste.

Pero no es éste el caso: Hodara se pliega demasiado a los caprichos explicativos de su propio guión y despilfarra el desdoblamiento orgánico de tiempos narrativos (el germen de la tragedia familiar) y el buen tono de la puesta en escena, con especial mención al tratamiento sonoro y musical, con un descenso al territorio de lo obvio (y predecible) que convierte el último tramo del filme en un desafortunado encadenamiento de giros de guión, golpes de efecto, revelaciones inverosímiles y un esquematismo shakesperiano de la mano de una Lady Macbeth a la que Laia Costa no consigue dar consistencia.

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