Expediente Warren: Obligado por el demonio | Crítica

Exprimiendo a los Warren

Vera Farmiga, en la nueva entrega de 'Expediente Warren'.

Vera Farmiga, en la nueva entrega de 'Expediente Warren'.

Van ya quizás ocho películas en nueve años -entre la serie principal y sus ramificaciones- desde que James Wan volvió a exprimir los expedientes de los investigadores de lo oculto Ed y Lorraine Warren en 2013. Digo que volvió a exprimirlos porque ya habían servido para la saga de los terrores en Amityville que dio para otras ocho películas entre 1979 y 1996. No está mal. Ya lo dijo Woody Allen: si la cosa funciona…

Esta es la única película de la trilogía troncal que no dirige Wan. Le pasa el testigo a su discípulo Michael Chaves que había debutado en 2019 dirigiendo una de las ramificaciones de la serie, La llorona, no muy afortunada por cierto. Conocida la serie y vista aquella película no sorprende que Expediente Warren: obligado por el demonio sea inferior a las dos entregas de Wan y no ofrezca nada nuevo o interesante. Más de lo mismo para sacar jugo de las escurriduras. Pero, hay que repetirlo: la cosa funciona.

La mirada de Chaves es más clásica en el sentido de aferrarse a referentes ajenos a la serie Warren, desde las historias de demonios victorianas a las posesiones diabólicas con espumarajos puestas de moda por El exorcista. Dicen que en la jurisprudencia estadounidense fue la primera vez que se usó la posesión demoníaca -de ahí el título de la película- en un proceso como elemento atenuante de inducción al crimen. Un demonio dado a saltar de un cuerpo a otro convierte a un tipo normal en un asesino. Después se sumarán más elementos judiciales y de investigación criminal, quizás para refrescar un poco los exprimidos expedientes jugando con otros géneros. En el centro, los Warren, matrimonio unido y perseverante donde los haya, empleándose a fondo contra el maligno demostrando cuánto creen en lo que hacen y cuánto se quieren. Los interpretan, claro, los ya entrañables Vera Farmiga y Patrick Wilson, que son como los Alcántara, Antonio (DEP) y Mercedes, de las películas de conjuros, casas malditas y posesiones.   

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