¡Que suene la música! | Crítica

Las esposas del coro

Kristin Scott-Thomas protagoniza '¡Que suene la música', el regreso a los cines del director Peter Cattaneo.

Kristin Scott-Thomas protagoniza '¡Que suene la música', el regreso a los cines del director Peter Cattaneo.

Se pone uno a fantasear con la película que hubiera hecho John Ford en el interior de un cuartel del ejército protagonizada por las esposas de los soldados que se van al frente. Pero claro, ¡Que suene la música!, Miltary wives en el original, está dirigida por Peter Cattaneo, a quien un día sonó la flauta del éxito con aquella The Full Monty que fusionó el paro y la lucha obrera con el striptease masculino para rebaja de la sólida tradición social del cine británico.

Más de veinte años después, Cattaneo vuelve a la actualidad con una misma fórmula de solidaridad, ahora femenina, diversidad, buenos sentimientos y espíritu pop, que se fragua en un argumento bastante previsible que reúne a las esposas de un destacamento del ejército en Afganistán y su decisión de formar un coro que las evada de los malos presagios y ayuda a sobrellevar la espera liderado por el dúo antagonista que interpretan Kristin Scott-Thomas, una vez más en modo agrio-tenso, y la televisiva Sharon Horgan, a la que tal vez recuerden de la simpática serie Catastrophe.

Servida su particular dialéctica sobre la metodología, el tono y el repertorio del coro de marras, que se decanta por los grandes éxitos del tecno-pop de los 80 como no podía ser de otra manera, la película se desarrolla por el trillado camino de los ensayos, las historias personales, los recuerdos dolorosos y el drama anunciado con destino a un catártico concierto en el Royal Albert Hall de Londres, culminación facilona de un drama que no pone en cuestión ni el oficio de las armas, ni las intervenciones militares británicas en guerras lejanas, ni mucho menos el rol de la buena esposa de estas mujeres en eterno estado de abnegación, espera y duelo.

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