'El bailarín' | Crítica

El retrato de un genio exige genio

Ralph Fiennes lleva al cine la vida de Nureyev.

Ralph Fiennes lleva al cine la vida de Nureyev.

Abordando grandes temas literarios e históricos -Coriolano (2011) y La mujer invisible (2013)- el actor y director Raplh Fiennes ha demostrado no tener las fuerzas creativas suficientes para adentrarse en el universo de Shakespeare o en la personalidad de Charles Dickens. Los resultados fueron correctos, pero quedaron por debajo de lo esperable al abordar la obra o la vida de dos de los mayores genios de la historia de la literatura inglesa y universal. Ahora, como si continuara sin tomar conciencia de sus fuerzas, la toma con uno de los más grandes bailarines de la historia, Rudolf Nuyerev.

Si se hubiera centrado en su huida del paraíso comunista -el único en la historia que tuvo que levantar muros para que no lo abandonaran- habría podido realizar una aseada película casi de suspense al estilo de El espía que surgió del frío, Cortina rasgada, La casa Rusia, El túnel o El puente de los espías. Ya sé que son películas de espías, pero lo más interesante -o lo más al alcance de la corrección de Fiennes- hubiera sido centrarse en la deserción de Nureyev, que contiene abundantes elementos novelescos, desde la casualidad que le condujo a París para sustituir al primer bailarín del prestigioso ballet Kirov de Leningrado en gira por Europa al agobiante cerco al que los artistas eran sometidos por la KGB para impedir que sucumbieran a las seducciones del perverso capitalismo, sus dudas y su deserción a última hora el 17 de junio de 1961 en el aeropuerto de París, a punto de embarcar de regreso a la Unión Soviética.

Fiennes, en cambio, ha preferido el biopic convencional (suavizado en lo que al carácter del protagonista se refiere) que pretende narrar la vida del bailarín a través de flash-back. Lo mejor son las secuencias de danza -interpreta a Nureyev el bailarín Oleg Ivenko- muy bien filmadas. Ese gran guionista que es David Hare (Herida, Las horas, El lector, Negación) tampoco acierta del todo al seleccionar las piezas del rompecabezas temporal con el que construye el retrato de Nureyev. Ni él ni Fiennes, siendo muy correctos los trabajos de ambos, están a la altura excepcional de la compleja personalidad que recrean. Curiosamente, al fin y al cabo es más actor que director, Fiennes hace un gran trabajo interpretando al maestro de danza del genio.

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