Longa noite | Estreno online

La memoria esculpida de los perdedores

Misha Bies Golas en una imagen de 'Longa noite', de Eloy Enciso.

Misha Bies Golas en una imagen de 'Longa noite', de Eloy Enciso.

Tras su paso por Locarno (Premio de la crítica a la mejor dirección), Toronto, el SEFF y un reducido estreno nacional en salas, Longa noite, el extraordinario segundo largo de Eloy Enciso (Arraianos), llega ya a todos los hogares que, por la módica cantidad de 2,95 euros y durante 72 horas, quieran verla online a través del canal de Vimeo de su distribuidora Numax.

En la temporada del regreso de la Guerra Civil al cine español industrial (Mientras dure la guerra, La trinchera infinita, Intemperie) diseñado para el gran público, las nominaciones y los premios, Longa noite llegaba desde los márgenes de claridad, independencia, contención y belleza del mejor novo cinema galego para impugnar formas convencionales, derivas de género, maniqueísmo simplificador y mensajes conciliadores sobre la contienda y la inmediata posguerra bajo el yugo siniestro del franquismo.

Y lo hacía esencialmente desde la palabra, a partir los textos literarios de Max Aub, Luis Seoane, Ramón de Valenzuela, Marinhas del Valle, José María Aroca o Alfonso Sastre, y las cartas y confesiones de presidiarios y exiliados anónimos, desde la presencia de un puñado de personajes, auténticas esculturas vivientes (el comerciante, la mujer de la estación, el obrero, el candidato, los hombres del bar, el barquero…) que, de los dos mendigos a las puertas de una iglesia de la primera secuencia al regresado que sirve de nexo de unión e hilo conductor de los diferentes espacios y relatos, se dan el relevo en una estructura episódica e itinerante que materializa en sus rostros, en sus cuerpos cansados y en su dicción limpia (alternando el gallego y el castellano en una clara alusión a otras represiones), no demasiado lejos de las enseñanzas de los Straub, la pesadumbre, el dolor, la nostalgia, la dignidad o la rabia de los perdedores frente a la euforia, el cinismo, la miseria moral o el lenguaje retórico y esclerotizado de los vencedores de aquella guerra y su larga noche de falsa paz.

La palabra clara y herida pasa así a través de los cuerpos y resuena en el paisaje brumoso y el bosque nocturno, filmados una vez más con aliento onírico y fantasmal por la cámara de Mauro Herce, en una película que quiebra todo atisbo de rigor o rigidez en busca de una emoción genuina, musical y memorística, esa que resucita la injusticia, el desagarro y la verdad histórica para convocarlos en un presente de formas poéticas y transparentes.