Un pequeño contratiempo | Crítica

Sólo se vive diez veces

Una imagen de la comedia romántica australiana 'Un pequeño contratiempo'.

Una imagen de la comedia romántica australiana 'Un pequeño contratiempo'.

Carne de un probable remake hollywoodiense con caras más conocidas, Un pequeño contratiempo llega desde Australia para poner a prueba la vigencia 2.0 de los tópicos de la comedia romántica remezclados con la premisa de Atrapado en el tiempo, si acaso la más exitosa e imitada del cine contemporáneo.

Se trata aquí de contar la vida de la pareja y sus fases de esplendor, tensión y ocaso en diez secciones que, magia mediante, convierten a nuestro protagonista en un viajero solitario en el tiempo que descubre despertar tras despertar, atrapado siempre en el día de cada nuevo aniversario de boda, la trillada idea de que la vida se pasa volando y hay que aprovechar cada momento.

Impulsada por su propia lógica cuántica casi sin salir de la casa familiar, el filme de Josh Lawson va gastando sus vidas y cauterizando su originalidad no siempre a la altura de las expectativas y giros iniciales, tal vez demasiado teledirigida hacia su moraleja romántico-sentimental a costa de un paulatino reblandecimiento de sus gags y su sarcasmo inicial sobre el amor, la pareja y los peajes del matrimonio de clase media.