Madame Curie | Estreno en Movistar+

Radioactividad para principiantes

Rosamund Pike es Marie Curie en este fallido biopic de la científica.

Rosamund Pike es Marie Curie en este fallido biopic de la científica.

Envuelta en papel de regalo de europudding de qualité, con fotografía saturada de Anthony Dod Mantle, fina ambientación de época, diseño de vestuario de Consolata Boyle, música (lo mejor) de Evgueni y Sacha Galperine, dirección de Marjane Satrapi (sí, la de Persépolis) y protagonismo estelar de Rosamund Pike, especializada en papeles de mujeres empoderadas y algo bordes (de Perdida a la reciente I Care a lot), Madame Curie aspira a reconstruir la biografía de la gran científica y dos veces ganadora del Premio Nobel nacida en Polonia como María Skłodowska (1867-1934), con ese inevitable compromiso con los valores protofeministas de su figura en una doble dimensión que atañe a su rol marginado en el orbe científico de su época, y también a sus controvertidas decisiones íntimas en el París de principios de siglo a la hora de rehacer su vida sentimental tras la muerte de su colega y esposo Pierre Curie.

El guion de Jack Thorne viaja rápido por los hallazgos de laboratorio con el radio y el polonio consciente de su poco atractivo fílmico, y se acerca pronto al fuerte carácter de la científica, al meollo sentimental de la pareja entre risibles escapadas al campo y chapuzones a contraluz, y a otros momentos salpicados por unos no menos dudosos viajes al futuro, a Hiroshima, los experimentos nucleares en el desierto de Nevada, Chernobyl o los primeros tratamientos de radioterapia para el cáncer, con la didáctica intención de mostrar las dos caras de unos descubrimientos esenciales para la humanidad.

La película se dispersa aún más con el testigo entregado en plena I Guerra Mundial a su hija Irene (la hoy tan de moda Ana Taylor-Joy), que ganaría también el Nobel en 1935, un año después de la muerte de su madre, momento agónico que sirve igualmente para recordarnos a última hora y entre flashes todos esos hitos públicos y privados (el marido, siempre en el recuerdo doloroso) de una vida compleja que se escapa aquí entre el tópico, el esquematismo, la pedagogía básica y las pretensiones arty.