Héroes: Silencio y rock & roll | Estreno en Netflix

Senderos de reconciliación

Una imagen promocional de Héroes del Silencio a finales de los años 80.

Una imagen promocional de Héroes del Silencio a finales de los años 80.

Avalado por los cuatro miembros originales de la banda, que relatan en primera persona y en paralelo unos mismos acontecimientos de su relación y su trayectoria, este documental tiene el sello de la oficialidad a la hora de reconstruir la corta historia de éxito de los zaragozanos Héroes del Silencio, grupo que, con apenas un maxi y un primer elepé grabados entre 1987 y 1988, alcanzaría rápidamente una popularidad comercial (Senderos de traición, 1990) en la España de aquellos días que terminaría por extenderse a otros países europeos o latinoamericanos.  

Cuatro miembros separados en el plano que narran un valioso material de archivo con el que Alexis Morante, especialista en el formato (Alejandro Sanz, Camarón), tira para adelante sin miedo a pasar por los muchos lugares comunes que suelen rodear las biografías del rock; a saber, los inicios modestos en provincias, el estilo y la imagen aún por definir, el carisma y la fuerte personalidad de su vocalista y líder, Enrique Bunbury, los frutos del trabajo y el esfuerzo en equipo, el toque de suerte con managers, disqueras y productores (de Phil Manzanera a Bob Ezrin), el fenómeno fan, las giras interminables entre estadios y garitos, el triunfo sobredimensionado, el ninguneo o el cuestionamiento de la crítica seria, el inevitable agotamiento y la disparidad de criterios previos a la disolución (1996) y, cómo no, la gira de reencuentro diez años después para satisfacer a los seguidores nostálgicos y de paso engrosar la cuenta corriente.

Nada de eso falta en este documental ortodoxo y lineal que tiene en el manejo del archivo inédito sus mejores bazas junto con esa sinceridad parcial de los miembros de la banda que, a buen seguro, han preferido dejar aquí registrados los mejores recuerdos, incluidos los sentimentales, en detrimento de la profundización en esos otros que, también parte de la mitología rock, apuntan a las contradicciones, los problemas con las drogas, las desavenencias personales o los peajes de pertenecer a un circo que, por entonces, aún era tremendamente popular y rentable. De música, como de costumbre, habrá que hablar en otro momento. Los fans lo disfrutarán y los demás seguiremos a la misma distancia prudencial del fenómeno aunque con algo más de contexto y empatía generacional.