Espejo, espejo | Crítica

Sitcom de reeducación

Toni Acosta y Santi Millán en una imagen del filme.

Toni Acosta y Santi Millán en una imagen del filme.

Ya en su primer largo, El rey tuerto, el también dramaturgo Marc Crehuet jugaba con los materiales y las formas teatrales, ruptura de la cuarta pared incluida, a propósito del duelo a la mesa entre un policía antidisturbios y una de sus víctimas en una manifestación, un filme que cogía la actualidad política casi al vuelo para adentrarse en el terreno de la sátira y el humor negro.

En Espejo, espejo, un filme ya de más clara vocación comercial, el teatro sigue estando presente aunque es ahora la sitcom televisiva y sus formas aseadas y escenográficas el molde sobre el que trabajar las relaciones y conflictos de un grupo de personajes, empleados de una empresa de cosmética venida a menos y peleados con su propia imagen en el espejo, que les devuelve un particular y esquizofrénico retrato de identidades a punto de desmoronarse: del jefe macho alfa (Millán) a la mujer que se siente hombre (Alterio), de la becaria insegura (de Molina) al empleado gris e invisible (Areces), de la conserje pirómana (Túrnez) a una psicoanalista de dudosa ética profesional (León), pasando por una madre sobreprotectora a la que Verónica Forqué presta su talento en el que ha sido su último papel en el cine.

Un microcosmos con el que Crehuet aspira a contar el mundo contemporáneo, sus peajes de hipocresía y corrección política, y que no termina de funcionar en su propio mecanismo discursivo a pesar de las buenas prestaciones del elenco, lastrada por una puesta en escena incapaz de distanciarse paródicamente del formato de origen, por esa idea recurrente del espejo o la desaparición de los reflejos y esa condensación espacio-temporal que hace de la oficina el decorado para las idas y venidas que han de transformar y reeducar a cada uno en su verdadera condición. Demasiado didactismo y repliegue a la postre cuando lo que realmente hubiéramos deseado es más desenfreno, más mordacidad y algo más de mala leche.