El canto del cisne | Estreno en AppleTV+

Yo seré otro

Mahershala Ali ante su clon exacto en una imagen del filme.

Mahershala Ali ante su clon exacto en una imagen del filme.

Parábola humanista en clave de ciencia-ficción y diseño high-tech, El canto del cisne lanza sus preguntas existenciales al viento de un futuro cercano en el que el hombre puede ser sustituido por su clon exacto en un intento de prolongar la ilusión de la vida más allá de la muerte de cara a sus familiares, amigos o acompañantes.

Casi como de una versión alargada y new age de un capítulo de Black Mirror se tratara, la cinta que dirige y escribe el debutante Benjamin Cleary se acerca a la frontera filosófica de la muerte y sus consecuencias para hacer jugar a Dios a un hombre que se aferra al afecto de los suyos y a su propia identidad como tabla de salvación ante su fugaz tránsito por el mundo, una idea desdoblada aquí en el enfermo terminal que encarna el oscarizado Mahershala Ali y su doble perfecto creado a su imagen, ADN y semejanza en una clínica dirigida por Glenn Close encargado de suplirlo cuando éste ya no esté.

En su envoltorio levemente distópico de coches Tesla, pantallas virtuales activadas por la mente y arquitecturas minimalistas con vistas a la naturaleza, El canto del cisne deja de lado el debate ético para volcarse en las implicaciones emocionales y sensibles del experimento, ofreciendo de paso a Ali la posibilidad de ejercitar los pequeños matices que distinguen a sus dos personajes una vez confrontados en los momentos previos al paso del testigo.

Por el camino, la cinta juega ocasionalmente a la duda y el suspense e insiste excesivamente en rebobinar y ofrecer flashes de una vida de pareja y familia marcada por el amor, la pérdida y esa felicidad algo publicitaria que suaviza el verdadero temor ante el último aliento y la despedida definitiva.     

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