CRÍTICA 'PAPUSZA'

Cuando el cine se hace música para los ojos

Papusza. Drama biográfico, Polonia, 2013. 125 min. Director: Joanna Kos, Krzysztof Krauze. Fotografía: Krzysztof Ptak. Intérpretes: Jowita Miondlikowska, Zbigniew Walerys, Antoni Pawlicki, Artur Steranko, Andrzej Walden. Cines: Nervión Plaza 3D.

Ha tardado dos años largos en estrenarse en España, pese a los premios obtenidos. Es una película polaca en blanco y negro que narra la vida de una poetisa gitana. Sí, ya lo sé, lo tiene todo en contra. Pero dense la oportunidad de disfrutar de un poema visual en blanco y negro de una fuerza fotográfica sobrecogedora.

Bronislawa Wajs, llamada Papusza (Muñeca) en romaní, fue una poetisa gitana polaca nacida en 1910 y fallecida en 1987. Fue por ello testigo de las persecuciones y el exterminio gitano nazi, y de la posterior represión comunista que conminó a los supervivientes a abandonar la vida nómada hacinándolos en míseras viviendas en las que, como la propia Papusza, se consumieron añorando los campos abiertos y la infinitud del cielo. Además de gitana, mujer; y además de mujer y gitana, poetisa: todo se sumó en la durísima vida de Papusza para convertirla en víctima de todas las opresiones: la racial por parte de los nazis, pero también de los polacos que los toleraban a duras penas y de los comunistas que los consideraban contrarrevolucionarios y reaccionarios -ciudadanos de segunda, improductivos y no educables en la doctrina oficial- por el apego a su cultura y formas de vida que los estalinistas pretendieron erradicar; y la debida a su condición de pionera al ser la primera gitana polaca que vio publicadas (contra su voluntad) sus obras, tras ser descubierta por un escritor polaco que convivió con su caravana, papel que la tradición patriarcal y machista de su pueblo consideraba impropio de una mujer. Acusándola, además, de divulgar por escrito pormenores de su cultura oral y de sus costumbres celosamente guardadas, lo que se consideró una traición a su comunidad. Perseguida por los extraños y rechazada por los suyos, la vida de esta mujer -la mayor parte de la cual transcurrió en las caravanas- es un impresionante testimonio de sufrimiento y resistencia.

La película salta de unos momentos a otros de esta vida trazando un cuadro de inmenso valor antropológico, histórico y humano. Con un estilo casi documental el director y actor Krzysztof Krauze -fallecido el año pasado, demasiado pronto, siendo esta su última obra- y su mujer Joanna Kos-Krauze como codirectora han realizado una pequeña obra maestra de concisión, rigor y emoción, que el prodigioso trabajo fotográfico de Krzysztof Ptak convierte en arte mayor. Tiene su fotografía en blanco y negro la fuerza de verdad que perdió el cine en su transición al sonoro y que algunos cineastas polacos -recuerden la excepcional Ida- y húngaros -Bela Tarr- parecen empeñados en recuperar. Se trata de una belleza fuerte, significativa, nunca esteticista, que inscribe las figuras en el paisaje -la caravana atravesando los bosques y las llanuras polacas en el estallido de su primavera o el rigor de su invierno- con la fuerza de los viejos maestros del cine paisajístico nórdico o de Ford. Una belleza que también se vuelca en el retrato de los tipos.

Puede que la figura trágica de la protagonista se diluya un poco en este extraordinario fresco de paisajes, rostros y costumbres. Pero creo que los realizadores han querido hacer un retrato indirecto de ella, recreando los mundos en los que vivió y sobre los que escribió más que el detalle de su biografía. Y entregando a la cámara de de Krzysztof Ptak el hermoso rostro atormentado de Jowita Miondikowska en su casi muda recreación de la poetisa. Por eso no les pido que le den una oportunidad a esta gran película, que ya está ahí para la historia del cine y ha tenido su recorrido; sino que se den a ustedes mismos la oportunidad de disfrutar de su sobria y sobrecogedora belleza.

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