Crítica 'Lobo'

El fuera de campo jordano de 'Lawrence de Arabia'

lobo. Aventuras/drama, Jordania, 2014, 100 min. Dirección: Naji Abu Nowar. Guión: Naji Abu Nowar, Bassel Ghandour. Fotografía: Wolfgang Thaler. Música: Jerry Lane. Intérpretes: Jacir Eid, Hassan Mutlag, Hussein Salameh, Marji Audeh, Jack Fox.

¿Quién mejor que un director que vive a caballo (o a camello) entre dos mundos, un anglo-jordano nacido en Oxford, educado en el King's College y enamorado desde niño de las gestas de los beduinos que su padre -un militar jordano- le contaba, para dirigir lo que él mismo ha definido como un western beduino? Es el caso del debutante Naji Abu Nowar, que ha adquirido una súbita fama internacional, ganado numerosos premios -entre ellos un Bafta y el de mejor dirección en el Festival de Venecia- y ha sido nominado para el Oscar gracias a esta hermosa epopeya desértica, vista a través de los ojos de un niño, con la que ha debutado en el largometraje.

Es 1916. La Primera Guerra Mundial alcanza el desierto de Arabia. El pequeño Theeb (Lobo en árabe) vive al cuidado de su hermano Hussein tras perder ambos a su padre, jeque de una pequeña tribu beduina cuya jefatura ha heredado un hermano mayor que ellos. Un oficial británico -una especie de fantasmal y triste Lawrence de Arabia- le pide ayuda en una peligrosa misión. Para hacer honor a la palabra dada por su padre el nuevo jeque ordena a su hermano Hussein que sea su guía. Sin que lo sepan el pequeño Theeb les sigue hasta unirse a ellos en su viaje a través de un antiguo camino de peregrinos hacia La Meca, abandonado tras la llegada del ferrocarril y ahora convertido en un peligroso territorio disputado por los árabes rebeldes, las tropas turcas y bandas de ladrones.

Rodada en los imponentes paisajes del valle desértico de Wadi Rum en el sur de Jordania, que conocemos gracias a T. E. Lawrence y su monumental Los siete pilares de la sabiduría y a la obra maestra que David Lean rodó, Lobo es una especie de crónica intimista de las gestas de Lawrence vistas desde la perspectiva de un niño y unos beduinos independientes no aliados a la revolución árabe que Faisal encabezó y Lawrence condujo. El punto de vista de las víctimas sin nombre de los grandes acontecimientos históricos, eso que hoy se llaman daños colaterales. Como si se tratara del fuera de campo jordano de Lawrence de Arabia. Una caja con un detonador o unas vías de tren aluden a la invisible rebelión con eficacia, porque Nowar da por sentado que todo el mundo reconoce lo que Lawrence de Arabia mitificó. Eso le deja las manos libres para centrarse en las historias de Hussein, Theeb y el ladrón y traidor beduino con cuya banda tendrán la mala suerte de encontrarse.

A la vez espectacular y épica, por los paisajes, e íntima y sencilla, por centrarse sólo en cinco personajes, Lobo aporta la perspectiva beduina de un conflicto del que todos conocemos, a través del libro de Lawrence y la película de Lean, la perspectiva británica. El telón de fondo es el mismo: la desunión entre los árabes y la dificultad para que pongan los intereses de la nación prometida por los ingleses y los franceses a Faisal (promesa nunca cumplida) por encima de sus costumbres tribales. La historia personal que sobre este fondo histórico se nos cuenta es la de la lealtad que liga a Hussein y al pequeño Theeb con la palabra por su padre, y la el amor que une a los dos hermanos.

Con una sorprendente madurez, en un ópera prima Nowar logra una joya minimalista: cinco personajes (y durante gran parte del metraje sólo dos) en un paisaje desoladoramente bello y espectacularmente agreste, minúsculos frente al conflicto que les acecha y la desierta grandeza que les rodea, pero inmensos en su valor. Mediado el metraje el guión da un giro definitivamente western a través del personaje de un guía de peregrinos convertido en bandido al perder, a causa del ferrocarril, lo que fue su trabajo y el de sus antepasados. La víctima del progreso que en tantos westerns hemos visto convertirse en forajido.

Hermosa y seria película de aventuras que hace, voluntaria o involuntariamente, el más hermoso homenaje a Lawrence de Arabia: es imposible no evocarla aunque aquí el director jordano convierta al militar inglés en un secundario y al niño beduino -espléndidamente interpretado por el pequeño Jacir Eid- en el héroe. Hay que seguir la pista de Nowar porque aquí hay director.

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