Crítica 'Si Dios quiere'

'Teoremaccio'

SI DIOS QUIERE. Comedia, Italia, 2015, 87 min. Dirección: Edoardo Maria Falcone. Guión: Edoardo Maria Falcone, Marco Martani. Fotografía: Tommaso Borgstrom. Música: Carlo Virzì. Intérpretes: Marco Giallini, Alessandro Gassman, Laura Morante, Ilaria Spada, Edoardo Pesce.

Un prestigioso y antipático médico que presume, arguyendo la objetividad de la ciencia, de un ateísmo prepotente que desprecia la creencia como una supervivencia de la superstición y el oscurantismo. Y además aborrece por estas y otras razones a la Iglesia. Y su hijo que le comunica que abandona sus estudios de medicina para hacerse sacerdote. La relación entre uno y otro es el centro de esta comedia que en su periferia presenta los personajes de una esposa en crisis adicta a las ONG y a la botella, una hija petarda (que según el padre tiene menos inteligencia que una ameba) casada con un memo y un sacerdote moderno (con respecto al sentido que le doy a la palabra moderno, piense lo peor y acertará) que es el responsable de la vocación del hijo.

Desde el principio el uso de la música pone en guardia. El arranque no está mal, aunque los personajes están cortados con excesivo esquematismo. Cuando el hijo anuncia que tiene que hablar con la familia, el guión plantea un buen recurso cómico: el muy ateo, moderno y liberal padre cree que lo que va anunciar es que es gay, y lo preanuncia a la familia como una gran noticia que debe ser acogida con tolerante alborozo. En cambio cuando lo que les confía es que quiere ser sacerdote, reacciona con la intransigencia de un padre homófobo cuyo hijo le dijera que es homosexual. Hay aquí un buen hilo para montar una comedia sobre el ir y venir de los prejuicios según lo que dicten las modas o las ideologías. Incluso con el personaje, pelín exagerado, de la asistenta de toda la vida que lleva un delantal rojo con la hoz y el martillo y se toma tan mal como el padre lo del sacerdocio.

Pero nada que ver con la gran tradición de la comedia italiana. El eclipse de talento en el cine italiano -si comparamos su presente con su pasado entre los años 40 y los 70- es un fenómeno asombroso que se inserta en el generalizado eclipse del cine europeo. Esta película sin gracia, muy mal interpretada y dirigida con maneras de telecomedia (recuerda en estilo y dirección de actores a Ocho apellidos vascos) parece a ratos una parodia barata y fílmicamente blasfema de Teorema de Pasolini. La llegada de la Gracia a la familia, incluida la conversión del padre, es enfocada como si la religión fuera un spa. El sacerdote que provocó la conversión del hijo y lo guía es una mezcla entre el Tom Cruise de Magnolia y Buenafuente: si la Iglesia fuera así estaría justificado el ateísmo del padre y su aversión a la institución. El italiano usa la terminación accio de forma despectiva. En clave pasoliniana, esta película sería Teoremaccio. Aunque, ¿recuerda alguien Teorema?

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