Crítica 'Suburra'

Roma, ciudad podrida

suburra. Criminal, Italia-Francia, 2015, 135 min. Dirección: Stefano Sollima. Guión: Stefano Sollima, Sandro Petraglia. Fotografía: Paolo Carnera. Música: M83. Intérpretes: Pierfrancesco Favino, Elio Germano, Claudio Amendol. 

La ciudad costera de Ostia, a las afueras de Roma, era hasta ahora para nosotros ese lugar mítico, trágico y simbólico donde fue asesinado Pasolini. En la Italia de 2011 que retrata Suburra, Ostia es ya la promesa del gran pelotazo financiero e inmobiliario para los políticos y la mafia, una nueva Las Vegas de cemento, plástico y neón hecha a imagen y semejanza de la estética televisiva del imperio berlusconiano. Suburra se alinea así junto a ese nuevo cine criminal italiano que, desde Gomorra a su serie de televisión hermana, donde precisamente se ha curtido Stefano Sollima (hijo de Sergio Sollima), de Sorrentino a Garrone, traza nuevas, barrocas y estilizadas formas sobre los viejos réditos dramáticos, operísticos incluso, que entrelazan las relaciones inextricables y profundamente corruptas entre el crimen organizado, la alta política e incluso el Vaticano.

Con todos estos elementos trabaja en paralelo el guión de una película de innegable potencia narrativa que tal vez se excede más de la cuenta en su voluntad de estilo, buscando una identidad visual y sonora entre los universos de Michael Mann y Nicolas Winding Refn, a saber, sublimando en noches lluviosas, tonos saturados, luces de neón y músicas ambientales el relato (anunciado) de la cuenta atrás hacia un apocalipsis de violencia y venganzas que mira a la realidad de reojo y equilibra en su balanza dramática a los poderosos y los parias, a los capos y los peones sacrificiales de una tragedia anunciada.

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