raúl arévalo. Actor y director

"Espero no querer gustar a cualquier precio"

  • Debutó tras la cámara con 'Tarde para la ira', candidata a mejor película de 2016 en los Premios Forqué que se entregarán este sábado en Sevilla.

Raúl Arévalo (Madrid, 1979), durante el rodaje de su primera película como director, 'Tarde para la ira'.

Raúl Arévalo (Madrid, 1979), durante el rodaje de su primera película como director, 'Tarde para la ira'. / m. g.

-Aparte de la presencia en los Forqué, su película acaba de recibir 11 nuevas candidaturas a unos premios, los del Círculo de Escritores Cinematográficos. Al margen de lo obvio (lo halagador, lo reconfortante), ¿siente que hay ahora nuevas expectativas a las que debe responder?

-La verdad, yo no esperaba tanto, y además uno mismo es siempre más crítico con lo que hace. Quiero decir que a la película le veo sus imperfecciones... Pero cómo no va a ser maravilloso leer buenas críticas y aspirar a premios. Llevo un par de semanas trabajando en un guión que no sé aún dónde me llevará, pero en cuanto pasen estos días de promoción me voy a sentar a escribir sin prisas, esperando no caer en la trampa de querer gustar a cualquier precio. En mi caso, además, creo que ha contado la sorpresa, huy, no me esperaba yo esto, y ya luego lo lógico es que te miren con otra lupa.

-"Otro actor que se mete a director". Lo habrá escuchado...

-Muchas veces. Es un comentario un poco raro. Supongo que es una frase hecha que se repite sin más... Porque si hablas de Tom Ford, que viene del mundo de la moda, vale, puedo entender que parezca curioso, ¿pero un actor? Pues como el futbolista que se mete a entrenador, ¿no? La gente necesita catalogarte: pero tú qué eres. Bueno, yo creo que todos somos muchas cosas, ¿no? No me siento más actor o más director, son dos facetas diferentes y ambas las disfruto, ¿por qué habría que elegir?

-¿Cuál fue la chispa de Tarde para la ira, de dónde surge?

-Surgió tan poco a poco, de conversaciones con amigos, de pegar la oreja en los bares, de reflexiones, que no sabría decir. Me interesaba tocar la violencia desde un punto de vista, entre comillas, que esto es cine, realista, crudo, áspero, seco. Y fue surgiendo esa historia de una persona corriente, como tú o como yo, que se ve envuelta en una espiral de violencia. ¿Qué haría? Ahí me ayudó mi amigo David [Pulido], que es psicólogo de profesión y tiene mucho talento para escribir.

-¿Cómo se ha formado su concepto de la dirección? ¿Hay algo que le gustaría que tuvieran siempre sus películas?

-Me gustaría tener la libertad, o gran parte de la libertad, con la que conté en este rodaje. Libertad es, en la práctica, no tener miedo a equivocarte, y claro que nos equivocamos, muchas veces, pero lo aceptábamos como parte de un proceso. He aprendido de todos los directores con los que he trabajado, y no es una frase hecha, y del día en el día en un set durante muchos años. Eso en las escuelas de cine no se enseña, hay que verse ahí, con 80 personas cada cual con un currículum mejor...

-La película tiene un aire a los thrillers de los 70 y a la vez una dimensión muy castiza, ese realismo de barrio tan español... ¿Fueron esos sus referentes?

-Era un poco la idea. Me inspiraron Jacques Audiard o los Dardenne, y para la parte más claramente de thriller me fui mucho, sobre todo en las texturas y los colores, a los 70, Malas tierras de Malick, Peckinpah... Por otro lado, siempre me ha interesado Saura, tanto el de La caza como el de Deprisa, deprisa, e incluso el cine quinqui de los años 80.

-Tarde para la ira no sólo no aspira a parecer americana, sino que es inequívocamente, rotundamente española...

-Para mí es fundamental. Uno tiene que hablar de lo que sabe. Yo por suerte, y espero que no me pase nunca, jamás he vivido algo ni remotamente parecido a lo que ocurre en la película, pero por eso quise al menos llevármelo a mi terreno, la forma de hablar, sitios que yo conocía, donde me he criado. Vemos películas coreanas o japonesas que nos encantan sin haber estado allí. Pues por mí, con las películas españolas, igual.

-Se ha convertido en un mantra hablar de la buena salud del cine de género español...

-Me parece otro tópico. ¿El cine de género está de moda? Pues mira, a lo mejor no tanto. Quitando La Isla Mínima y Cien años de perdón, porque está Telecinco detrás, hablando claro, muchos otros thrillers, incluido el mío, no han ido bien en taquilla. Nadie dice voy a hacer una de género porque está de moda, y tampoco creo que nadie en una productora o una televisión diga bien, tras varios años de pelis de terror, toca año de thrillers.

-No me refería a ese tipo de planes preconcebidos, sino al hecho de que muchas de las más interesantes películas españolas de los últimos años han sido thrillers o han partido de ese molde genérico. Será casualidad, o no, pero significativo creo que sí...

-Más allá del género, Urbizu y Alberto Rodríguez, que para mí son los top, volvieron a hacer algo que se estaba dejando de hacer cuando todas las películas, como decías antes, querían parecer americanas. Entonces de repente te llega Urbizu y te hace La caja 507 o No habrá paz para los malvados o Alberto La Isla Mínima, y le dan un sello puramente español, que compite claramente con cualquier película americana. Pero muchas veces vas a ver a un ejecutivo de televisión y te dice a ver si vas a hacer algo cañí, eso en comedia sí, pero si no es comedia no, o te sale con pero tú quieres algo muy seco, muy crudo, muy español, y parece que les echa para atrás, cuando eso es lo que precisamente engancha al público, el Coronado de No habrá paz para los malvados, el ambiente de las marismas de Alberto, el Madrid que retrata Rodrigo Sorogoyen en Que Dios nos perdone... Coño, no es tan extraño, todos queremos que las películas hablen de nosotros mismos.

-¿Está ahora conectando mejor el cine español con el público?

-Mmm, sí, supongo. Hay un tema complicado que hasta donde yo sé no existe en otros países, que es esa fobia ideológica-política, ese pronunciamiento orgulloso de yo no veo cine español. Pero creo que incluso quienes piensan así se han ido reconciliando con el cine español. No quiero echar leña al fuego, pero ves por ejemplo a los americanos, que llega Meryl Streep y pone verde a Trump, y se le aplaude, ¡desde aquí también, desde los medios españoles, encantados! Y yo pensaba: madre mía, si hace algo parecido alguien en los Goya, ¡te queman en la hoguera! Dónde vas, artistilla, rojo de mierda, a meterte a opinar. Pero a Meryl Streep la aplauden. Esto lo he visto yo en mi propia familia. Oye, pues habla muy bien la Meryl Streep. Yo no lo entiendo. Pero lo importante son las películas, ese es nuestro argumento, y en estos años se están haciendo muy buenas películas.

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