Cultura

Espejito infame

Blancanieves (Mirror, mirror). Fantasía, EEUU, 2012, 106 min. Dirección: Tarsem Singh. Guion: Melisa Wallack, Jason Keller. Fotografía: Brendan Galvin. Música: Alan Menken. Intérpretes: Lily Collins, Julia Roberts, Sean Bean, Armie Hammer, Nathan Lane, Michael Lerner, Mare Winningham, Mark Povinelli.

Si la animación abrió la veda para el quiebro posmoderno, paródico y autoconsciente de los cuentos tradicionales (de la saga Shrek a la más reciente Enredados), las últimas temporadas apuntan al enésimo intento de Hollywood por reinventarse a costa de la actualización, libertina o salvaje, de los relatos de los hermanos Grimm.

Es el caso de esta primera Blancanieves del año (la segunda, en supuesta versión oscura, llegará en otoño-invierno), una auténtica tortura ocular orquestada por el indio Tarsem Singh, responsable de ampulosos delirios neobarrocos como La celda, The Fall o Immortals, un señor cuyo dudoso gusto podría competir tal vez en el apartado de escenografía pero nunca en la categoría de dirección.

Su Blancanieves no deja de ser una nueva demostración de un cine de decorados suntuosos que terminan por aplastar el brío, fluidez o ligereza de una historia que, para colmo de males, se quiere irrespetuosa y juguetona con el original cuando en realidad es tan inofensiva y blanca como un gatito de peluche.

Entre tanto despropósito descolorido, triste y sin gracia, Julia Roberts se da un festín de mohines de madrastra mala-malísima para comerse con papas a la joven Lily Collins, carne de fans del Tuenti con más entrecejo que encanto.

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