Crítica de Cine

Entretenidas variaciones sobre el tema de la juventud y la vejez

Claude Brasseur, al fondo, y Noémie Schmidt, en una escena de la película.

Claude Brasseur, al fondo, y Noémie Schmidt, en una escena de la película.

Agradable pasatiempo bien escrito, correctamente dirigido y muy bien interpretado. No supone ninguna sorpresa que esté basada en una obra teatral del guionista y comediógrafo Ivan Calbérac, estrenada en 2012 en el Petit Théatre parisino: se trata de la típica obra de bulevar o pièce bien faite (obra bien hecha) que Francia ha exportado al resto del mundo desde el siglo XIX, perfectos mecanismos de relojería para entretener, divertir y deslizar alguna crítica. Tampoco sorprenderá saber que el estupendo Claude Brasseur que la interpreta también encarnó al protagonista -un septuagenario solitario que alquila una habitación a una chica joven- en el escenario. Domina al personaje tanto como la interpretación este gran actor, hijo del mítico Pierre Brasseur, que debutó en teatro en 1955 y en cine un año más tarde, trabajando en éste a las órdenes de Renoir, Carné, Franju, Ophüls, Godard, Truffaut o Giovanni.

Ivan Calbèrac dirige en el cine su obra tratral con un oficio algo rutinario. Pero como de lo que se trata es de sacar brillo a su texto y de resaltar las interpretaciones del veterano Brasseur y la joven Noémie Scmidt (a la que acabamos de ver en Manual de un tacaño), no se le piden mayores filigranas cinematográficas que una aseada traslación del teatro al cine. El mérito mayor de la obra, y por lo tanto de la película, es seguir sacando jugo al tema mil veces tratado -desde El pequeño Lord Fauntleroy hasta Intocable pasando por Pollyanna o Un rayo de luz, por poner ejemplos distintos y distantes- de la relación entre un viejo amargado y una o un joven vitalista. Parte de este mérito recae sobre una subtrama muy original que no les desvelo, aunque les doy una pista: algo tiene que ver con la española Es por tu bien.

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