Crítica 'Freeheld, un amor incondicional'

Derechos civiles y cintas de vídeo

Freeheld, un amor incondicional. Drama, EEUU, 2015, 98 min. Dirección: Peter Sollett. Guion: Ron Nyswaner. Fotografía: Maryse Alberti. Música: Hans Zimmer. Intérpretes: Julianne Moore, Ellen Page, Michael Shannon, Steve Carell, Luke Grimes, Mary Birdsong, Gabriel Luna.

El algodón no engaña y algunos tráilers tampoco. El de esta Freeheld, un amor incondicional anunciaba a gritos las hechuras acartonadas de un telefilme bienintencionado sobre tema de actualidad (el reconocimiento de las relaciones entre miembros de un mismo sexo de cara al derecho a la pensión de viudedad) protagonizado por una estrella, Julianne Moore, a la que le gusta demasiado ponerse en la piel de este tipo de personajes comprometidos y, si es posible, enfermos terminales.

No les destripo nada que no se sepa o anuncie. Freeheld se basa en hechos y personajes reales (mujer policía y novia mecánica luchando por sus derechos en un mundo heterosexual e injusto) y traza su esquemático argumento y su más que previsible desarrollo sobre el terreno del didactismo, los parecidos razonables y la caricatura de la lucha por la igualdad que incluye en su instructivo circo a un abogado gay judío (Carell), a un colega de inmenso corazón (Shannon), a una compañera amadísima y fiel (Page, haciendo causa) y a unos jueces malencarados que no dan su brazo a torcer.

Peter Sollett (Nick y Norah) no es capaz de trascender nunca la tosca literalidad dramática de sus materiales y se pliega sin pudor alguno al panfleto y a las formas más planas y feístas de la tv movie, confiándolo todo a las prestaciones imitativas de Moore y a la supuesta empatía de un espectador que, además de ser demócrata, tolerante y progresista, no haya visto cine de calidad en los últimos 30 años.

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