Crítica de Cine

Buen intérprete, mediocre director

Woody Harrelson, en una escena de la película, basada en el cómic homónimo de Daniel Clowes.

Woody Harrelson, en una escena de la película, basada en el cómic homónimo de Daniel Clowes.

Producir y rodar una película requiere un esfuerzo tan enorme que sólo puedo comprender que se haga para servir una vocación creativa o como honrado medio de vida artesanal, al estilo de quienes trabajaban en las series B del sistema de los estudios. Lo primero, la pasión de los creadores, tiene que ver con el arte y lo segundo con el honesto artesanado. Lo que no comprendo es que tanto esfuerzo -y en tiempos tan duros y caóticos para la producción- se emplee en productos ni buenos ni malos, ni audazmente creativos ni aplicadamente artesanales, ni industriales ni de autor… ¿Creen sus realizadores que son autores? Entonces la cuestión es aún más patética. Éste es el caso de Craig Johnson, otra criatura nacida en ese lago negro del falso cine independiente en que se ha convertido el Festival de Sundance. Allí triunfó con The Skeleton Twins y ello le valió para, tres años después, ofrecernos esta otra cosilla llamada Wilson.

Sundance le sirvió para dar un enorme salto adelante -sólo en cuanto a los nombres, no a los resultados- al contar con un guión de Daniel Clowes basado en su propia obra y con la interpretación de Woody Harrelson, actor que se ha labrado un exagerado prestigio y una gran popularidad desde que en 2005 hizo el triplete de En tierra de hombres, La ganadora y Un golpe de suerte, tras las que ha desarrollado una actividad frenética que no distingue entre lo excelente (The Walker, No es país para viejos, The Messenger), lo mediocre (Batalla en Seattle, 2012, Ahora me ves…), "y la basura (Semi-profesional: un equipo de pelotas, Rampart, Los juegos del hambre). Él es la única razón de ser y la única para ver esta película.

En cuanto al otro gran nombre, Daniel Clowes, es un historietista de prestigio que ya ha tenido otros encuentros, o encontronazos, con el cine, caso de la fallida Ghost World. Wilson fue en 2010 su primera novela gráfica original -de realización sumamente compleja por sus cambios de registro y su carácter de homenaje gráfico a los Peanuts (Carlitos y Snoopy) del gran Charles Schulz- que tiene como protagonista a un maduro sociópata divorciado que cultiva la grosería y la aspereza como un arte. ¿Les recuerda al Nicholson de Mejor imposible o A propósito de Schmidt? Todo tiene su lógica: Wilson iba a ser dirigida por Alexander Payne, autor de la segunda y de otro muy buen retrato de un solitario, Nebraska.

Pero se cruzó Craig Johnson y a la dificultad de convertir en imágenes reales los intencionales dibujos (¿por qué se atrevió Clowes a animar su creación?) se sumó su limitación como director. Al final queda una adaptación correcta y plana realzada por una intensa interpretación de Harrelson. Vista y olvidada. La obra de Clowes merecía más.

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