Bienal de Flamenco

El revés en sombra de Dorantes

Flamenco acordes. Piano: Dorantes. Contrabajo: Renaud García-Fons. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Lunes, 22 de septiembre. Aforo: Lleno.

El contrabajo es también un laúd, una guitarra, voz, orquesta, percusión, viola. La propuesta es un diálogo en que Dorantes aporta la épica, la luz, la brillantez, y García-Fons la elegante melancolía. Han trabajado sobre los ritmos, las melodías y las armonías flamencas. Pero, ante todo, han trabajado con el espíritu de lo jondo. Para encontrarse a ellos mismos. García-Fons es un músico portentoso, que saca todo el jugo a un instrumento perdido en la orquesta pero que en sus manos se multiplica en todas las direcciones. García-Fons conoce todos sus secretos técnicos y pasa del arco a la pulsación sin solución de continuidad. No sólo es capaz de convertir el contrabajo en un instrumento polifónico sino que es capaz de frotar y pulsar al mismo tiempo.

Dorantes es el piano más brillante del flamenco actual. Luz, pulcritud. Dorantes es muy bueno cuando es bueno. Pero, naturalmente, es mejor cuando es malo. Por eso le sienta bien la profundidad de este instrumento anónimo, el contrabajo. Es el contrapunto perfecto a su exceso de luz: austeridad, intimismo. Con el contrabajo no queda otro remedio que olvidarse de lo de fuera, quedarse a solas con las propias emociones. Lo social, lo espectacular, queda anulado. Dorantes ha buscado sus disonancias, el valor de la pura nota, por encima de la melodía. Él, que es un melódico nato, ha de poner coto a su propia naturaleza para descubrirnos su lado sombrío. Y para eso ha contado con la ayuda impagable del bajo de García-Renaud. Allí queda el piano noctívago. Sólo le queda romper el piano, desconcharse completamente, pero tiempo al tiempo.

Este revés sombrío que con toda inteligencia ha buscado Dorantes, llega además a la escena de puntillas, sin carga ideológica alguna. García-Fons sólo vende música. Él es mediterráneo, sobre todo mediterráneo, pero también francés, español, árabe, turco, negro, gitano. Pero no vende ideología sino acordes y se ata a su instrumento para descubrir nuevas variaciones por soleá, por seguiriyas, que engrandecen el repertorio melódico jondo. Melodías que a Dorantes se le escapan a borbotones de las manos, a las que tiene que sujetar porque un exceso de lirismo puede resultar empalagoso. No fue el caso ayer en que se miró en su repertorio más sombrío, donde se olvidó de sus temas más reconocibles, populares, para ofrecernos una hora y media de música sin denominación de origen. El programa de mano, como es habitual en esta Bienal, no ofrece información sobre el repertorio o los autores del mismo, pese a tratarse de un "estreno absoluto". Eso sí, despista al personal cuando califica al flamenco de "tradición oral" afirmación que sólo podemos admitir si consideramos como tal al registro sonoro.

Imágenes cedidas por el ICAS. Ayuntamiento de Sevilla.

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