Si los tablaos forman parte de la historia del flamenco, "del pasado y del futuro", apuntó el director de la Bienal, Cristóbal Ortega, si son, de hecho, en su condición de "cantera" de talentos y nuevos nombres, "la Universidad del flamenco", como defendió Francisco Rodríguez, propietario de uno de los de referencia que existen en Sevilla, era lógico, concluyeron ambos, que la mayor cita jonda del calendario internacional dedicara una de sus jornadas a reivindicar la labor de estos espacios donde día a día, noche a noche, durante todo el año, vibra el flamenco de sabores más añejos. Por eso, y para demostrar que lo que se ofrece en estos locales no es necesariamente ni de "mala calidad" ni "para turistas", el Teatro Central acoge esta noche a partir de las 23:00 (con las entradas agotadas ya) una velada muy particular, Una noche en el Arenal, un espectáculo donde podrá verse una muestra del flamenco "de raíces" que ofrece siempre el tablao del mismo nombre ubicado en el carismático barrio de la ciudad.

"Aquí pueden verse muy buenos espectáculos, y muchos de ellos quizá superiores a los que hay en la Bienal; éste no es un tablao cualquiera", proclamó Miguel Iglesias, guitarrista residente del local de la calle Rodo, fundado en 1975 por el bailaor trianero Curro Vélez. Bajo la dirección de Antonio Castro Antoñete, también responsable artístico del local, Una noche en el Arenal ofrecerá, según adelantó este último ayer en la presentación del espectáculo en la sede del tablao, "flamenco tradicional, palos fuertes, algunos de ellos un poco olvidados". Martinete, seguiriya, tanguillos, soleá de Alcalá, caña, guajira, soleá y alegrías figuran en el programa junto con el preceptivo fin de fiesta a cargo de toda la compañía; casi una veintena de artistas (María Vargas, Lucía Álvarez La Piñona, Anabel Rivero, Abel Harana o Rafael de Carmen al baile; Pili Carmona, Moi de Morón, Pepe de Pura y Manuel Tañé al cante; y Ramón Amador, Rubén Romero y el citado Iglesias al toque) que defenderán con orgullo su experiencia y la convicción de que "quien no ha pasado por un tablao, se nota".