Bienal de Flamenco

Dani de Morón se muestra a pecho descubierto

  • El joven tocaor llega esta noche a la Cartuja para "torear de verdad, sin milongas" y "sin más invento" que su guitarra en primer plano.

Sólo su guitarra, sus nudillos y las palmas -"el instrumento más antiguo del flamenco"- con las que Los Mellis, Carlos Grilo y El Bo le harán el compás. "Me voy a encerrar con seis toros", bromea Dani de Morón, que esta noche, en el Teatro Central (23:00), presenta El sentido del cambio, un espectáculo basado en su primer y por ahora único disco, Cambio de sentido, publicado hace dos años, justo después de salir bendecido de la anterior edición de la Bienal, donde recibió dos Giraldillos, uno ex aequo con Antonio Rey al mejor toque y el otro compartido con los demás participantes en Aleluya erótica, elegido mejor espectáculo de aquella edición.

"Pero está todo recompuesto, todo cambiado, y además tocaré también varias cosas inéditas, totalmente nuevas, como la malagueña, la farruca y unas alegrías que formarán parte de mi próximo disco, que saldrá en diciembre", explica Daniel López Vicente, nacido en Sevilla pero criado -también en el flamenco- y residente en Morón de la Frontera, de cuya vigorosa tradición se ha empapado siempre este guitarrista aunque eso no le ha impedido nunca entregarse a una búsqueda permanente de su propio sello, muy centrado en la exploración del ritmo y de la armonía.

"Tocar con personalidad, ser uno mismo, es el mejor homenaje que se le puede hacer, porque de todos modos pretender copiarlo sería como chocarse con una pared", dice sobre Paco de Lucía, a cuya memoria está dedicada la presente edición de la Bienal y con el que él mismo llegó a tocar, como segunda guitarra en la gira del disco Cositas buenas. "La silla se la llevó con él cuando murió", añade sobre el genio de Algeciras, quien por su incalculable influencia en todos los guitarristas, dice, estará "siempre vivo".

"Aquí hay que venir a torear de verdad, no se puede venir a contar milongas", continúa este "obrero del arte más que artista" que se encuentra en "un momento muy seguro personalmente", de ahí que llegara a la convicción de que "éste era el momento de reflejarlo" sobre el escenario, el idóneo para presentarse en la Bienal a pecho descubierto, "sin más invento que la guitarra" en primer plano, el citado acompañamiento rítmico y una colaboración especial de Arcángel, que cantará unas seguiriyas. Recursos, dice, para "mover el corazón de la gente, que es de lo que se trata"; esenciales como esos discos antiguos, de hace 40, 50 años, en los que hay "sólo una guitarra y tres o cuatro palmeros pero suena eso gordo", como dijo una vez sobre el espíritu de su debut discográfico.

Con ese bagaje es hoy, y desde hace un tiempo, uno de los guitarristas más talentosos de su generación. ¿Suficiente para ser profeta en su tierra?, le preguntaron ayer. Él tiende a pensar que sí porque la gente lo "saluda por la calle". También sospecha, entre risas, que la estatua suya, "al paso que vamos, no la veré vivo".

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