Andaluzas 22M

El otro mundo en este mundo, bajo los plásticos

  • Realidad en la telerrealidad de una campaña electoral: hablan los inmigrantes que trabajan en los invernaderos de Almería.

"Cada año llegan cerca de cuatro millones de euros de Europa a Almería en distintos paquetes de distintos fondos regionales. Ese dinero se emplea en aumentar la productividad, en que los tomates sean más y mejores, en tecnología. Ni uno solo de esos euros se emplea en que las condiciones laborales y sociales sean más dignas". Habla un funcionario de de la delegación provincial de Agricultura que se encarga de examinar los destinos de esos fondos.

Estamos en una escuela de teatro de una pedanía de Roquetas de Mar, un municipio donde conviven 108 nacionalidades, unas mejor que otras en esta mezcla próspera de turismo y agricultura intensiva. Teresa Rodríguez, la candidata de Podemos, ha convocado a asociaciones de inmigrantes. Es lo de menos. No habla ella; hablan ellos.

Tierras de Almería, en El Ejido, es, sin duda, la mayor concentración de plásticos del mundo y la gran despensa de frutas y hortalizas de Europa. Los productores han conseguido con inversión y tecnología levantar modernos centros de producción y una red de ventas que genera riqueza para la zona que permite buenos sueldos para el personal cualificado. En este mismo lugar pervive un asentamiento de 150 chabolas (antes eran muchas más) habitadas, en su mayoría, por subsaharianos. El presidente de la asociación de subsaharianos explica lo que ocurre allí: "Carecen de agua corriente, tienen que ir a buscarla en bicicleta con bidones o hervir el agua de la balsa, corriendo el riesgo de contraer enfermedades. Un estudio de Médicos del Mundo habla de ello".

Las condiciones laborales de esta comunidad, explica otro inmigrante, hacen casi imposible su acceso a la legalidad, a contar con papeles. "Podemos trabajar treinta días, pero nos hacen contratos que sólo nos cotizan dos o tres de ellos. Por cada día de trabajo de 9 horas se cobra unos 32 euros, puedes pedir cotizar más, aunque no sean todos, pero te dirán que es eso o nada porque siempre hay otro que pueda hacer el trabajo". Un tercero explica que no son todos los empresarios y que hay otros que quisieran no ir por ese camino, hacer las cosas de otra forma, pero la burocracia les empuja a ello.

"No podemos denunciar -explica otro más- porque te significas y eso puede hacer que no encuentres empleo. Si te despiden y denuncias la justicia tardará entre un año y dos en resolver el caso. ¿Qué haces en todo ese tiempo?".

Y, aun así, las condiciones han mejorado. Manuel Garí, economista, director de la Cátedra de Trabajo de la Politécnica de Madrid, viaja en la caravana de Podemos. A principios de los 90 realizó un estudio de las condiciones laborales en los invernaderos de Almería: "Había tres pisos. En el de abajo la temperatura era más soportable y trabajaban españoles. En el segundo, donde hacía más calor, trabajaban inmigrantes con contratos precarios. En el tercero, a una temperatura asfixiante mezclada con pesticidas, los sinpapeles. Hasta en los pobres hay clases".

Mientras se escuchan otras historias sobre las dificultades de quienes llevan años en España para nacionalizarse o los problemas de vivienda, hago un aparte con el funcionario de Agricultura, que afirma que "esta gente ha sido fundamental para que Almería sea lo que es. Invertir en ellos también forma parte de la productividad, si es eso lo que interesa.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios