La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

¿Ha servido de algo su exilio, Señor?

España sólo perdona a los futbolistas y a otros personajes que ni piden disculpas y que hasta han pasado por el juzgado

Don Juan Carlos

Don Juan Carlos / Efe (Pontevedra)

El rey Juan Carlos nunca se debió marchar de España. Fue un error. Nunca ha estado procesado por ningún juzgado, ha pedido disculpas públicamente, ha sufrido el distanciamiento de su hijo y se ha puesto al día con el Fisco. Esto último, por cierto, lo hacen a diario cientos de contribuyentes, tanto sociedades como particulares. Nos hartamos de exigir que don Juan Carlos sea tratado como uno más ante Hacienda, pero cuando ha regularizado su situación (en efecto como uno más) no nos vale. Ah, no. Futbolistas, empresarios, famosos y otros personajes, sí. Hasta hay quienes se explican que evadan impuestos por la evidente presión fiscal que soportamos en España. Con muchos de ellos, comprensión, cuando han pasado por los juzgados y, por supuesto, no han pedido perdón. Con el rey, no. Debe ser uno más de entre los españoles, pero sólo cuando así lo dictaminan los odiadores de turno en función de unos intereses que siempre tienen los mismos objetivos: desestabilizar España, acabar con la Monarquía y, por supuesto, arrearle de vez en cuando a la Iglesia y a los toros. Son los mismos.

En España se odia divinamente. Tenemos una Inquisición puritana que funciona la mar de bien. Amanece cada día engrasada y lista para liberar los gatos del vientre. Es una de nuestras señas de identidad. Sufrimos un Gobierno que alienta aviesamente y permite los castigos añadidos a la Monarquía, que trata con desprecio a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado con leyes que los debilitan o con expresiones de desprecio pronunciadas (¡hay que ser directamente golfo!) en el mismo Congreso de los Diputados. La marcha del rey fue un sacrificio realizado en el altar de esa inquisición del siglo XXI. Ha servido de poco. O no ha servido para nada bueno, salvo para generar más morbo sobre su retorno o sobre si recibía o no visitas de respaldo en su refugio.

El caso es que no se puede ser rey de España solamente con el apoyo de la derecha política. Ahora se valora mucho más el sentido de Estado del PSOE de Felipe González o la última ayuda que prestó Rubalcaba antes de abandonar la política. ¿Y acaso, por cierto, el uno y el otro no protagonizaron verdaderos escándalos a lo largo de sus dilatadas carreras políticas? El tiempo lima las aristas, contribuye a que emerjan la luces y se reduzcan las sombras. Pero si uno se marcha, si renuncia a vivir en su país, si abandona su casa… Tal vez la clave estaba en quedarse en España y vivir con una cuidada discreción. No más, ¿Ha servido de algo su exilio, Señor? Las repúblicas nos han llevado siempre al caos, pero España es un país que ignora su historia. O se acompleja de ella.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »