Andalucía

¿Por qué se inunda Córdoba?

  • Los expertos apuntan a las intensas precipitaciones de los últimos días y no a los desembalses como las causas de la crecida del río · Las zonas más afectadas están en terreno sumergible

Cientos de familias desalojadas, decenas de casas con daños estructurales y multitud de incógnitas. Las inundaciones acaecidas a principios de la semana en Córdoba han desatado una nueva tormenta política. Pero, más allá de los conflictos entre partidos y administraciones, lo ocurrido invita a una profunda reflexión. ¿Por qué el Guadalquivir se ha desbordado dos veces en tan sólo nueve meses? ¿Cuáles son las causas? ¿Es posible exigir responsabilidades? Varios expertos intentan despejar estas incógnitas.

1las lluvias torrenciales llegan a unos pantanos a rebosar

El catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Córdoba, José Roldán Cañas, apunta con claridad: "La razón directa de las inundaciones hay que buscarla en las precipitaciones. Han caído unas lluvias excepcionales, anormalmente elevadas", sostiene. La media del año hídrico en Córdoba ronda los 600 litros por metro cuadrado. Y, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), desde el pasado 1 de septiembre hasta ahora se han sumado ya 406,9 litros. Lo normal a estas alturas del año son 281,5 litros, por lo que el exceso es del 45%.

Son datos objetivos, irrefutables, que hay que relacionar con el nivel de los pantanos de la cuenca. El año agrícola anterior se cerró con las presas al 60% de su capacidad después de un invierno de precipitaciones también copiosas. Y las últimas lluvias, según la explicación de la Agencia Andaluza del Agua, hicieron que se rebasara el nivel de resguardo, que hay que dejar libre por seguridad. Así que la única decisión posible, a principios de la semana, era el desembalse de las presas. El ingeniero Joaquín del Campo, sin embargo, niega que esto tenga una relación directa con los anegamientos: "El efecto del desembalse no ha sido negativo. Todo lo contrario, las presas han ayudado a laminar las avenidas. Si todo la lluvia hubiera llegado a los ríos, las consecuencias habrían sido mucho peores". Del Campo es uno de los máximos responsables de la Agencia del Agua en Córdoba: "Hay ríos y arroyos que no están regulados, y esos son los que han provocado el problema", asegura. Pero, ¿sería posible controlarlos todos? "Una presa en cada río no es posible. Contravendría las teorías medioambientales".

2¿cuál es la 'zona cero'? el impacto en las viviendas ilegales

Desde la barriada periférica de Alcolea hasta la entidad local autónoma de Encinarejo, el Guadalquivir ha dejado su huella a lo largo de todo el cauce, y en las próximas semanas serán muchas las familias que tengan que limpiar los rastros de la crecida. El jardín que circunda la torre de la Calahorra y buena parte del parque de Miraflores han desaparecido. Los molinos (declarados Bien de Interés Cultural) han quedado sumergidos, al igual que la isla de las Esculturas o instalaciones como el pescódromo, los almacenes de piragüismo y los embarcaderos. Aunque los mayores daños se localizan en puntos muy concretos de Alcolea y, sobre todo, en el meandro del río junto al Aeropuerto. Es aquí donde se encuentran la mayoría de damnificados y, si no fuera por este problema, los perjuicios provocados por la avenida se resolverían en pocos días con varias jornadas intensas de limpieza.

La pregunta es la siguiente: ¿qué se inunda en Córdoba? Y la respuesta, aunque con matices, es fácil. La zona cero coincide con los márgenes del Guadalquivir, un espacio inundable por definición que permanece despejado en tiempos de sequía. El problema surgió a mediados de los 90, cuando en las parcelaciones conocidas como San Isidro de la Alameda y la Altea, antes tierras de labranza, muy fértiles por su proximidad al río, se trazaron los caminos y se construyeron las primeras casas, todas ellas a espaldas de la ordenación urbanística. Conforme pasaron los años, el ardor constructivo se extendió hasta Guadalvalle, la zona más castigada porque es la que se encuentra más cerca del meandro. El boom urbanístico en la zona no es tan antiguo, y recientes fotografías aéreas facilitadas por Ecologistas en Acción demuestran que en el año 2001 apenas había casas en Guadalvalle. A mediados de la década, sin embargo, la densidad constructiva -siempre de carácter irregular- era similar a la de cualquier otro barrio de Córdoba. Algunas de sus viviendas han quedado sumergidas hasta el tejado.

Las lluvias torrenciales de los últimos días también han dejado al descubierto las frágiles infraestructuras de polígonos industriales como el de La Torrecilla o la Amargacena, con naves anegadas y calles muy afectadas por la acumulación de lodo. Los empresarios ya se han apresurado a exigir una rápida actuación de las administraciones para devolver la normalidad a la zona fabril, ya castigada por la crisis económica. Aunque menos cuantiosos, en Chinales o Tecnocórdoba también hubo problemas, muestras de unas infraestructuras, según los empresarios, precarias en ciertos puntos.

3¿es posible buscar responsabilidades por lo acontecido?

Más allá del cruce de declaraciones entre partidos políticos, el responsable de Ecologistas en Acción en Córdoba, Juan Escribano, lo tiene claro: "Izquierda Unida, el PSOE y el Partido Popular han presidido la Gerencia de Urbanismo durante el desarrollo de las parcelaciones irregulares, por lo que la responsabilidad es compartida. Aunque por una cuestión de demagogia política, ninguno ha querido frenar el fenómeno parcelador". Las construcciones ilegales en el término municipal son un "cáncer medioambiental, social y económico" que se extiende desde la Sierra hasta el lecho del río, asegura Escribano. El pasado verano, varias decenas de parcelistas tuvieron que ser desalojados de las Siete Fincas por un incendio forestal, y ahora el problema está en el otro extremo.

Otras voces apuntan a la responsabilidad de la Agencia Andaluza del Agua, gestionada por la Junta de Andalucía. El alcalde de Santaella, Francisco Palomares (PSOE), fue el primero en elevar el tono al anunciar que estudiaría una querella contra el gestor de los pantanos por la política de desembalses. El portavoz municipal de IU, Francisco Tejada, tampoco ha guardado las formas al señalar directamente a la Junta de Andalucía por la falta de información facilitada. Y los parcelistas, claro está, apuntan en la misma dirección y preparan acciones legales contra la Agencia del Agua.

Pero, ¿de verdad cometieron una imprudencia los responsables del ente autonómico? El profesor Roldán Cañas minimiza esta responsabilidad. "Existen unas reglas de operación muy claras para abrir las compuertas de los pantanos, con protocolos muy claros sobre lo que se tiene que hacer en cada momento", aclaró. Se aplican, por tanto, criterios técnicos y no políticos. "¿Qué habría pasado si se hubiera desembalsado un mayor volumen en verano y luego no hubiera llovido? Sería una irresponsabilidad tremenda", sostiene el experto, para quien los desembalses "no se tenían que haber hecho antes". Del Campo lo corrobora: "Las reglas de explotación las hacen las mejores consulting del país".

El consejero de Medio Ambiente, José Juan Díaz Trillo, también ha realizado una defensa enconada de la política hídrica y la semana pasada insistió en que el desagüe fue el "adecuado". Según los datos aportados por la Delegación del Gobierno, entre el 30 de mayo y el 1 de octubre, los pantanos de la provincia recibieron 213,5 millones de metros cúbicos de agua y desalojaron 578 millones, ya que los niveles estaban altos por las lluvias del invierno. La clave está en lo que ocurrió entre los días 3 y 9 de diciembre. Según los datos oficiales de la Agencia del Agua, los embalses recibieron 574 millones de metros cúbicos, pero desalojaron sólo 194, lo que apenas supone un tercio de lo que llegaba.

4la fuerza imprevisible de los fenómenos de la naturaleza

La delegada del Gobierno en Córdoba, Isabel Ambrosio, suele echar mano de una frase recurrente: "El río, cada cierto tiempo, saca sus escrituras". Las fotografías aéreas de los últimos días le dan la razón, pues el Guadalquivir, simplemente, ha recuperado lo que era suyo. "Está claro que en un clima mediterráneo como el nuestro, la sequía es un fenómeno recurrente y puede hacernos olvidar los momentos de lluvias muy cuantiosas", advierte el profesor Roldán Cañas. Científicamente, no está demostrado que a un ciclo de sequía le suceda otro con elevados registros de pluviometría.

¿Y qué se puede hacer entonces contra una naturaleza que se muestra impredecible? "Respetarla completamente", afirma. "El río se mueve muchísimo, y hay que dejar unos márgenes prudenciales. Basta con ser observador para darse cuenta de que el cauce funciona como un organismo vivo. El molino de Martos, por ejemplo, está ahora orillado porque el agua le llegaba antes por otro sitio. Quienes lo construyeron no eran tontos", razona el profesor.

Ecologistas en Acción insiste en esta idea: "Desde que Córdoba se fundó ocho siglos antes de Cristo, ninguna civilización ha construido en la tierra que ahora es Guadalvalle o la Altea. Y no es una decisión casual". Para el portavoz del colectivo, "la naturaleza está en el centro de las causas que han generado el problema", pero "era previsible". Parte de las tierras ahora empantanadas eran arrozales, lo que da idea de que la naturaleza de ese suelo.

5los derribos, una solución con un gran coste político

Si complicado es llegar a un consenso sobre las causas del desborde del Guadalquivir, más difícil aún es encontrar una solución para que no vuelva a pasar. El presidente de la asociación de vecinos de la Altea, Julio Cortés, ha propuesto en numerosas ocasiones la construcción de un paseo fluvial que ayude a contener las avenidas. Construir esta obra de ingeniería supondría, en la práctica, legalizar los varios cientos de viviendas de la zona, aunque hasta el momento ninguna administración ha dado por buena la iniciativa.

La otra solución posible es políticamente incorrecta y ningún gobierno municipal ha sido posible de llevarla a cabo: "Esas casas nunca debieron construirse, así que habría que derribarlas", propone sin ninguna duda el portavoz de Ecologistas en Acción. "Un muro de contención no evitaría crecidas como las que hemos tenido", sostiene Escribano, quien apunta a que muchas de las casas son, en realidad, "infraviviendas sin garantías sanitarias ni e seguridad". El profesor Roldán Cañas también apunta a esta posibilidad para zanjar el problema: "Hay casas que ocupan incluso el dominio público", apunta el experto.

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