Sevilla

La familia, el mejor escudo protector

  • La autora defiende la necesidad de aprobar políticas que fortalezcan una institución básica para la sociedad, escuela de valores y sostén en momentos de zozobra económica y social

Un autobús escolar

Un autobús escolar

El impulso de la sociedad, su crecimiento y desarrollo cultural, depende en un altísimo porcentaje de la acción directa y del compromiso de la familia que ha de ser considerada como institución inquebrantable y fuente de valores y virtudes insustituible. Cualquier país verdaderamente civilizado, y eso no se mide solo por su renta per cápita, entiende cómo el papel de la familia contribuye al desarrollo económico del Estado a través de la formación, protección y cuidado de niños y adolescentes, claro sostén de la sociedad futura.

Atender a las necesidades de las familias como célula social fundamental y favorecer su bienestar, no es más que una estrategia inteligente de asegurar la continuidad de los vínculos afectivos entre personas y la continuidad del valor de las tradiciones y la cultura características de países con historia como el nuestro. Inevitablemente, la familia forma parte de la cultura española.

En este mundo gobernado por el individualismo americanizado, por un egocentrismo sórdido y la re-búsqueda del tópico romántico carpe diem, se han desvirtuado los valores regidos y característicos de la cultura mediterránea, de la cultura española. Las familias son las principales azotadas, las familias son víctimas de las nuevas formas de progresismo que están abordando a Europa, y a sus estados miembros. Nos encontramos en una sociedad donde se han dejado a un lado los valores y la responsabilidad, una sociedad donde se ha trivializado el “disfruta del momento que la vida es corta”. Una sociedad donde las mujeres son víctimas de ciertos postulados sociales, surgidos fundamentalmente tras la segunda ola del feminismo, que se deben cumplir como argumento ad baculum.

Día a día vemos como el Estado ahoga cada vez más a las familias, no solo con leyes directas como la reforma de la Ley del Aborto, sino vemos también cómo de manera indirecta este dogma se va integrando poco a poco en nuestra legislación. No hace falta remontarse en el tiempo, cuando la semana pasada se modificó una ley que, aparentemente sirve para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del hogar. La modificación elimina el punto que establece un 45% de bonificación a las familias numerosas. Cada vez con mayor descaro, sin escrúpulo alguno, nuestros gobernantes, de una manera sibilina, venden a las familias por favorecer, pactar o subvencionar a aquellos que buscan la destrucción, el desequilibrio e implantar en nuestro país, su nueva cultura progresista.

Tener como referente a los que apuestan por fortalecer el futuro de un país con leyes a favor del cuidado de las familias (cuanto más numerosas mayores beneficios), se entiende como un valor asociado a sus gobernantes. Sorprende que aún sea difícil asumir que la familia es la principal fuente de riqueza de un país, del mantenimiento de las tradiciones y la cultura. El escudo protector ante las adversidades económicas, de salud e ideológicas y quien verdaderamente protege al individuo de los lobos.